jueves, 26 de octubre de 2017

26 de octubre. Ursula K. Le Guin, 'La mano izquierda de la oscuridad'

Uno de los esquemas literarios más antiguos y todavía usados es el del viaje: el protagonista del relato visita un lugar nuevo con una misión determinada. Además de buscar lo que sea que necesite en su aventura —el Santo Grial, la destrucción del Anillo Único, la supervivencia propia—, el viajero nos cuenta cómo es ese sitio que visita y cuáles son sus impresiones sobre la otra cultura. El destino del viaje puede ser un territorio más o menos real, como en Nuestro hombre en La Habana y Robinson Crusoe, o totalmente fantástico, como en Los viajes de Gulliver, o combinar realidad y fantasía, como en muchas crónicas de indias. La ciencia ficción ha explotado muy a menudo esta fórmula literaria, incluso de forma paródica (léanse los divertidos Diarios de las estrellas de Stanisław Lem). Pero la maestra de los viajes interplanetarios es la estadounidense Ursula K. Le Guin, que en muchas de sus obras usa el esquema del viajero en terra incognita espacial.

En La mano izquierda de la oscuridad (1969), el aventurero es Genly Ai, un representante de una ONU interplanetaria llamada Ecumen, que viaja a Gueden, un planeta muy lejano y aislado, con la difícil misión de establecer contacto entre ambas entidades. Genly —cuyo nombre parece un anagrama de Le Guin— es muy similar a nosotros, los lectores del planeta Tierra del año 2017, aunque su civilización es bastante más adelantada: no solo viajan por el universo y se relacionan con razas diferentes, sino que también controlan la telepatía (¡y ya no tienen monarquías!). No obstante, la civilización más atractiva para el lector es la otra, la de Gueden, porque sus habitantes son ambisexuales: pueden adoptar el sexo masculino o el femenino indistintamente cada mes, complementándose con su pareja sexual (por lo que nunca son homosexuales: ¡muy mal, Le Guin!); es decir, como algunos animales, los guedenianos tienen periodos mensuales de celo, durante los cuales se vuelven machos o hembras, mientras que el resto del tiempo no están sexuados (son hermafroditas en potencia). Esta característica diferencia radicalmente Gueden de la sociedad de Genly Ai (y de la nuestra), pues en aquel planeta no existen los roles de género ni las guerras, aunque sí otros tipos de crimen; en este elemento recae el verdadero interés de La mano izquierda de la oscuridad, pieza clave de la literatura de ciencia ficción feminista y de la producción de Ursula K. Le Guin.

El narrador principal de la novela de Le Guin es el mismo Genly, a través del informe de su estancia en Gueden, pero también encontramos diversos textos relacionados con la cultura del planeta: literatura oral, fragmentos de obras religiosas o históricas, etc. Además, hay otro narrador que contrapuntea la visión externa de Genly: Har rem ir Estraven, un político guedeniano condenado al exilio; para Estraven un hombre, es decir, un ser humano unisexual, es tan raro como para Genly los ambisexuales, por lo que los prejuicios están servidos desde ambos lados. La mano izquierda es, pues, una novela polifónica, en la que se enfrentan diversas realidades, registros y estilos, el único modo de representar la complejidad de Gueden, que, como cualquier planeta habitado, tiene su historia y varios idiomas y países. De hecho, dos de ellos, Kahadir y Orgoreyn, están inmersos en un conflicto político a causa de un territorio disputado, en el cual el lector encontrará ecos de la Guerra Fría o de la del Vietnam. Porque en el fondo, como toda buena novela de ciencia ficción, La mano izquierda de la oscuridad no habla del universo construido por Ursula K. Le Guin sino del nuestro, en el que tanto sentido tienen sus reflexiones sobre los roles de género y sobre las construcciones de la alteridad.

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