tag:blogger.com,1999:blog-31089204137556186242024-03-19T03:56:46.043+01:00De mí me ríoMe saqué un selfi y no salí en la foto: me tapaba mi ego. @demimerioGGNhttp://www.blogger.com/profile/06353081096836612519noreply@blogger.comBlogger176125tag:blogger.com,1999:blog-3108920413755618624.post-76397541759161813442022-10-22T12:43:00.005+02:002022-10-23T10:13:04.523+02:00Una postal mediterránea a Marc J. Mellado<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia; font-size: large;"><br /></span></div><span style="font-family: georgia; font-size: medium;"><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Hola, Marc:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Te escribo una carta aunque no escribo cartas, ya casi ni siquiera escribo emails. Parece que ahora los correos electrónicos solo valen para facturas y burocracia, les están robando a las pobres cartas el poco trabajo que tenían. Pero como recibí <a href="https://enriquedelacruz.com/carta-abierta-a-guillem-gonzalez/">una de Enrique de la Cruz</a>, ahora es mi turno de participar en esta cadena epistolar bloguera, pues temo que si la rompo me pasará como con aquellas cadenas de correos de hace años: "Si no reenvías este email a 30 contactos, el fantasma de la chica del estercolero digital se te aparecerá en la papelera de Hotmail y morirás de una infección vaginal". Qué mal rollo noventero me ha entrado, procedo a escribir la carta.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En realidad no es una carta, es una postal. Una instantánea de un viaje, un souvenir de un momento. A las postales les han robado el trabajo los móviles: primero los SMS, luego los chats y finalmente WhatsApp. La edad y el mercado no perdonan, pero voy a intentar escribir una.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Esta es, pues, una postal de Atenas, donde me encuentro de vacaciones con mi querida esposa. En concreto estamos en una taberna del mercado central de Atenas. El camarero es simpático, dos músicos tocan cosas folclóricas con acordeón y bouzouki, la mesa tiene mantel de papel y nosotros engullimos pescado a la brasa y pimplamos vino blanco de la casa. El mundo arde —cambio climático, guerra en Ucrania, crisis energética, fascismo en Italia, revolución en Irán—, pero entre las cuatro privilegiadas paredes de esta postal dos guiris lo pasan bien ajenos a todo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">No hay solo extranjeros en la taberna, una señora griega se acaba de levantar y se está moviendo al ritmo de una canción que a mí, ignorante de la música local, me recuerda al famoso baile de <i>Zorba, el griego</i>. Como mi mujer y yo no hemos bebido tanto vino, seguimos sentados. Ya hay dos hombres bailando con la señora, pero nosotros hablamos sobre comida griega. ¿Hay algo mejor que hablar de comida comiendo? Discutir qué cenarás mientras te llenas el estómago, qué gran placer mediterráneo. También elogiamos las ensaladas griegas, sus quesos, sus dolmades de arroz, sus panes, su agua gratis, su musaka y en general sus berenjenas con cosas, sus carnes, pescados y mariscos a la brasa, sus vinos y sus licores, sus yogures, sus postres, sus cafés y la cuenta, por favor.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Mi esposa es croata y yo soy catalán, de modo que nuestras cocinas nacionales se parecen bastante a la griega. Así, en esta taberna nos sentimos como en casa, pero nuestra casa de verdad está ahora en Austria y antes en Polonia, cuyas cocinas centroeuropeas nos son más ajenas. También nos gustan la cerveza, las patatas, el Schnitzel/schabowy/escalopa y la mantequilla, pero preferimos el vino, la pasta, el pisto/ratatouille/samfaina y el aceite de oliva. Lo único malo del Mediterráneo, concluimos mientras la taberna entera aplaude a los bailarines espontáneos, es que no se nos da muy bien lo de la política.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Toda conversación con mi esposa, que estudió Ciencias políticas, termina siendo sobre política, también si hablamos de comida. Y ahora que los músicos folclóricos hacen una pausa, nosotros fantaseamos con la idea de crear una comunidad gastronómica mediterránea, como la Unión Europea pero incluyendo países de África y Asia de la cuenca del Mediterráneo y centrándose en la comida. Porque si Mediterráneo significa "en medio de las tierras", ¿no debería ser este mar una fuente de unión y no una frontera o un escenario de tragedias? ¿Por qué no plantar una mesa flotante en medio del mar con comensales procedentes de todas sus costas? ¿Qué habría pasado si Europa no se hubiera encerrado en sí misma y se hubiera abierto a sus vecinos mediterráneos? Por obvias cuestiones geográficas (y con cierto afán vengativo), nuestra organización supranacional excluiría a países del norte de Europa como Alemania y Holanda, pero además también partiría por la mitad otros como Francia, Turquía o España. Ah, no sé qué placer es más grande: el de romper España o el de excluir a Madrid. Pero, centrémonos, aquí lo importante es la comida.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Que la comida es política se sabe desde siempre, aunque no siempre nos queramos acordar. En alemán, lengua sin pelos en la lengua, una palabra muy usada para referirse a la comida es <i>Lebensmittel</i>, o sea, "medio de vida". ¿Hay una forma más básica y fría de llamar a la comida? Pero no se puede negar lo evidente: la comida es, además de cultura y placer y amor y arte y mil cosas más, sustento vital; o, como decía Dwight en <i>The Office</i>, "no es verdad que all you need is love, las necesidades básicas del ser humano son cuatro: aire, agua, comida y refugio". Algo así venía a decir también Piotr Kropotkin en <i>La conquista del pan</i>: para tener éxito, toda revolución debe garantizar el pan de la gente. Y con <i>pan</i> se refería, más que a comida, a todo tipo de <i>Lebensmittel</i>: aire, agua, ropa, refugio, etc. Por desgracia, las necesidades básicas del ser humano han llevado a los mismos humanos a luchar por otra palabrota parecida: el <i>Lebensraum</i>, el espacio vital, que nos garantizaría lo necesario para vivir.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Nuestra hipotética "Unión Mediterránea", sin embargo, garantizaría que todos sus habitantes pudieran comer lo que quieran sin violentar a otros humanos, porque la gobernaría el Principio Gastronómico: la comida primero, la política luego, la violencia nunca. Con comida para todas y sin violencias de ningún tipo, ¿quién no querría dedicarse a la política? Cuando nos traen a la mesa los cafés, me dice mi esposa que, tal vez, para no sonar tan neofascistas, sería mejor llamar a nuestra entidad de otra manera. Buscamos, pues, algo más pacifista, como la Federación Unida de Planetas de <i>Star Trek</i> pero con un toque hedonista, quizás funcione "Ágape Mediterráneo" (AM) o "Federación de Orgías Mediterráneas" (FOM).</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Así, en esta AM o FOM todo el mundo comería tan bien como hemos comido nosotros en esta taberna del mercado central de Atenas. O comerían otra cosa en su casa, con su familia o amigos, da igual, la cuestión es que cada cual comería bien, y comería cuanto y cuando quisiera. Pero aún es más importante <i>cómo</i> comeríamos. El supuesto estilo de vida mediterráneo, reflejo de su clima clemente, se puede sintetizar en la Santísima Mediterraneidad: amabilidad, gregarismo y epicureísmo, valores que haríamos extensivos a todos los rincones de la unión.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Y para celebrar nuestra creación político-gastronómica, pedimos dos metaxas y, ahora sí, la cuenta, por favor.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">—Pero... ¿y si en la Federación queremos comer tacos o un pad thai? —pregunta mi esposa, que a pesar de tener la barriga llena sigue pensando en comida.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Pues podemos invitar a México o a Tailandia a unirse a nosotros, digo yo, porque, como en la Federación de <i>Star Trek</i>, aquí se trata también de eliminar las fronteras y fomentar la cooperación. Cualquier país que implemente en su territorio el Principio Gastronómico tendrá, pues, las puertas de la Federación abiertas. Está claro que acabaremos aceptando a alemanes y holandeses e ingleses, al final incluso Madrid podrá formar parte de nuestra Federación, que ya no será solo mediterránea, y la gente será libre de comerse un Schnitzel con patatas y chucrut o de freírse unas salchichas en mantequilla.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Resueltos los problemas del mundo, nosotros dos vamos saliendo de esta postal y entramos de nuevo en este mundo que arde, a ver si paseando un poco por Atenas digerimos lo comido y lo discutido. No rompas la cadena, Marc, no invoques a la chica del estercolero digital, que las cosas ya están bastante mal.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Un abrazo,</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Guillem</div></span>GGNhttp://www.blogger.com/profile/06353081096836612519noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3108920413755618624.post-55800369552952344872019-06-04T10:51:00.000+02:002019-06-04T10:51:26.575+02:00Epílogo<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><i>El 29 de mayo de 2019 a las 9:30 estuve en la Universidad Pedagógica de Cracovia charlando con unos estudiantes de Filología Hispánica que habían leído mi novela, </i>Mateorías<i>. Dos de sus profesores, Jorge Cabezas Miranda y Ángel Peinado Jaro, decidieron utilizar el texto en un curso de Lengua y Cultura. Me presentaron como el autor de la novela que habían leído, me cedieron la palabra y, aunque era la pura verdad, en seguida me sentí un impostor: ¿cómo probar que yo había escrito aquellas letras, palabras, comas, frases, puntos, párrafos y capítulos? Me pareció improbable. Tan improbable como estar allí sentado a una mesa delante de veinte o treinta estudiantes polacos esperando a que yo dijera algo. Así que les leí lo siguiente:</i></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<i><span style="font-size: large;"><br /></span></i></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj54Qx2CyKciarVvyJdiCEtqkL2UWNy-IUW6egAxzCnuodWaYfhahyphenhyphenz4UtMUpNm85iV_NWqmioldBtk9wV4Hh7delNLzP5aORm4gWUt3b8xkt3xSoELHZc5b96e5HPYNDE0pv5PaMDwPKjt/s1600/IMG_20190529_095022.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-size: large;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj54Qx2CyKciarVvyJdiCEtqkL2UWNy-IUW6egAxzCnuodWaYfhahyphenhyphenz4UtMUpNm85iV_NWqmioldBtk9wV4Hh7delNLzP5aORm4gWUt3b8xkt3xSoELHZc5b96e5HPYNDE0pv5PaMDwPKjt/s200/IMG_20190529_095022.jpg" width="200" /></span></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">En primer lugar quiero daros las gracias por haber leído la novela y estar aquí, pero también quiero daros una explicación. ¿Por qué demonios estoy <i>yo</i> aquí? Es decir, ¿por qué narices habéis leído <i>mi</i> novela?</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="white-space: pre;"></span>Me explico. Los poemas, cuentos, obras de teatro, ensayos, crónicas o novelas que se suelen leer en una carrera como Filología Hispánica, o como mínimo los que me hicieron leer a mí cuando estudié Humanidades, son obras canónicas. Clásicos, clásicos modernos o, si hay suerte, contemporáneos. Quiero decir que han pasado por diversos filtros lectores hasta llegar a las manos de los lectores universitarios: las han leído editores, agentes literarios, correctores, diseñadores, críticos, periodistas, escritores o académicos. Así, estas obras han sido mejoradas, enmendadas, autorizadas, avaladas o canonizadas por otras piezas del engranaje literario, sea el periodismo, sea la academia, sea el mercado. Solo al final de esta cadena de lectores invisibles le llega el libro al lector universitario.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="white-space: pre;"></span>Pero vosotros os habéis saltado un montón de intermediarios: habéis leído una novela que no ha pasado ningún control de calidad de la Unión Europea, que no ha sido reconocida por las autoridades competentes. <i>Mateorías</i> es un coche fabricado por un amateur en su garaje y vosotros os habéis montado en él y lo habéis conducido tan tranquilos; espero que al menos llevarais el cinturón puesto. Es verdad que algún amigo lector me ayudó con críticas o recomendaciones, pero nunca ha tenido un corrector o editor como tales porque <i>Mateorías</i> nunca ha ido más allá del blog en el que la publiqué ni del texto en PDF que le envié a Jorge y que a su vez os mandó a vosotros. Así que si habéis tenido algún accidente yendo en ese coche, si su motor os ha fallado o su puerta no se podía abrir, agradecédselo a vuestros profesores. Yo aprovecho para darles las gracias por confiar en mi novela y por obligaros a leerla: para una persona que escribe sin reconocimiento ni avales, desde su garaje de aficionado, tener lectores es un privilegio, incluso si han leído contra su voluntad.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="white-space: pre;"></span>Mi teoría, mi explicación de por qué habéis leído mi novela, por qué estoy yo aquí, es simple: porque Ángel y Jorge decidieron hacer un experimento con vosotros, conmigo y con ese coche que he ido armando estos últimos años. Entiendo que el experimento consistía en que unos jóvenes lectores de Cracovia leyeran una novela ambientada en Cracovia y escrita en Cracovia por un español más o menos joven que también vive en Cracovia. Pero también entiendo que el experimento consistía en que unos aprendices de lector leyeran la novela de un aprendiz de escritor. Porque quienes estudiamos Humanidades o Filología aprendemos, sobre todo, a leer, una tarea nada fácil pero muy importante. Y porque yo escribí <i>Mateorías</i> para aprender a escribir.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="white-space: pre;"></span>Empecé este blog, <i>De mí me río</i>, donde en 2016 iría publicando la primera versión de <i>Mateorías</i>, <a href="http://demimerio.blogspot.com/2012/04/de-mi-me-rio.html" target="_blank">el 24 de abril de 2012</a>, hace ya siete años. Y lo empecé precisamente para tener un espacio donde experimentar con la escritura. Por eso la primera frase de la primera entrada que publiqué era esta: "Emprendo este blog sin otra finalidad que escribir un poco". Y después decía:</span></div>
<blockquote class="tr_bq" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">"Aquí escribiré sobre mí: sobre lo que me gusta y lo que no; ya se irá viendo. En otras palabras, la única restricción que me impongo será la escritura sin guion predeterminado, sin un eje o un tema dominante. Intentaré hablar de libros, de cine, de mi vida, yo qué sé: a lo que salga y de lo que se pueda. Puede incluso que ponga alguna foto".</span></blockquote>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Ese era el espíritu del blog y en gran parte ese es el espíritu de la novela, que en su versión primigenia también tiene fotos.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="white-space: pre;"></span>Pero para entender bien ese espíritu debéis saber que antes de <i>De mí me río</i> yo había intentado escribir dos blogs diferentes, los dos sobre viajes: uno por el Norte de España, otro por el Centro de Europa. Y los dos blogs fracasaron, aunque de forma diferente: el del viaje español lo terminé sin ganas, agotado y hastiado, el del viaje centroeuropeo se quedó a medias, totalmente abortado. No os molestéis en buscarlos, ya no se pueden encontrar en internet: uno tiene cierta autoestima; pero en aquella primera entrada de <i>De mí me río</i> reflexioné sobre el porqué de estos fracasos blogueros:</span></div>
<blockquote class="tr_bq" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">"Me ha costado un par de intentos darme cuenta de que no tiene sentido empezar un blog que sabes que ha de acabar. En definitiva, esto no es un libro; es otra cosa. Además, los finales son una mierda: no hay nada tan triste como un final".</span></blockquote>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Por suerte y por fin, en el tercer blog aprendí de mis errores y no me impuse más límite que escribir.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="white-space: pre;"></span>Pero esta escritura sin límites también tiene límites, obviamente. Todo lo que escribía en <i>De mí me río</i> combinaba el ensayo, la crítica literaria y, sobre todo, la narración autoficcional, mezcla de ficción y autobiografía, tan en boga entonces y ahora ya un poco pasada de moda. Y también <i>Mateorías</i> va en esta dirección miscelánea: con esta novela, de hecho, quise llevar esta escritura más allá de sus límites, quise agotar esta manera de escribir. Eso me condujo a inventarme una vez más mi historia pero también la historia de uno de esos extranjeros totalmente perdidos que yo encontraba y sigo encontrando a mi alrededor en Cracovia, uno de esos extranjeros que lleva ya muchos años fuera de lugar y se ha convertido en una persona desconectada de su país natal y extranjera en el país donde vive, resultando difícil de abordar e imposible de descodificar. Ya conocéis a ese extraño para todos, es Mateo González.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="white-space: pre;"></span>Desde que el 21 de septiembre de 2016 terminé la primera versión, he corregido, recortado y alargado <i>Mateorías</i> siete veces, vosotros habéis leído la sexta. Y cuando acabé la séptima en febrero de 2019, me di cuenta, por fin, de que esta forma de escribir sin límites tenía unos límites bien concretos que yo había sobrepasado claramente. Estaba agotado de la hibridez genérica y de la autoficción, estaba harto de Mateo, de la misma manera en que me agotaron y hartaron los dos blogs de viajes que había escrito antes. Creo que por eso en la novela Mateo termina medio perdido, como un Kurtz <i>low cost</i> del siglo XXI: yo quería perderlos a él y a su novela de vista. Irónicamente, acabé mandando al personaje de viaje por Europa y por España, cerrando sin darme cuenta el círculo de blogs.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="white-space: pre;"></span>Pero este experimento que Jorge y Ángel han hecho con nosotros ha abierto un paréntesis y me ha reencontrado con Mateo, perdido quién sabe dónde, y sus <i>Mateorías</i>, perdidas en la estantería de mi casa. Estos días he vuelto a subirme al coche en el que, con la eventualidad de un escritor precario, llevo trabajando ya tres años; he vuelto a sentarme frente al volante, he vuelto a encender el motor: parece que todo sigue funcionando. Así que, si queréis preguntarme algo sobre la novela, este es el momento, como cuando en el capítulo 14 de <i>Mateorías </i>unos cuantos lectores entrevistan a un escritor en un bar de Cracovia. Si no, os preguntaré yo a vosotros, como si esto fuera un examen, como los exámenes de <i>Mateorías</i> que os hicieron vuestros profesores. ¿Alguna pregunta?</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1sEsYv8Hnmf3SJjk2UoqL7CVfJ8tfq3RhuD8VKS1pon3nhgbjssb7lYLBW3PGlL9JsdOorvOQRGQCpfRbWvfEJxruBLcIahFTQF4b6CT0Br4ycLPU19yLw_bpSoyE3lR9UpMsC4T_ZJqn/s1600/IMG_20190529_110658.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-size: large;"><img border="0" data-original-height="1197" data-original-width="1600" height="239" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1sEsYv8Hnmf3SJjk2UoqL7CVfJ8tfq3RhuD8VKS1pon3nhgbjssb7lYLBW3PGlL9JsdOorvOQRGQCpfRbWvfEJxruBLcIahFTQF4b6CT0Br4ycLPU19yLw_bpSoyE3lR9UpMsC4T_ZJqn/s320/IMG_20190529_110658.jpg" width="320" /></span></a></div>
GGNhttp://www.blogger.com/profile/06353081096836612519noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3108920413755618624.post-60417575828994521972017-11-26T12:33:00.000+01:002017-11-26T12:33:15.608+01:00Se llamaba<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
Siempre había creído que se llamaba Kazimierz, como el barrio judío
de Cracovia, porque eso me dijo él mismo la primera vez que
hablamos. O quizás no fue la primera vez, era muy fácil encontrarse
con él por los bares de Kazimierz, que eran su hogar. Y cuando lo
conocí, allá por el invierno de 2012, yo era un estudiante de
Erasmus cualquiera que solía frecuentar la zona y las noches se
acumulaban monótonamente una sobre la otra como granos de arena. Así
que aquella noche, fuera o no la primera, acodados en la barra de un
bar, después de hablar un rato con él, me sonrió, me estrechó la
mano y me dijo:</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br />
—Yo no soy el rey Kazimierz sino el rey de Kazimierz.</div>
<div align="JUSTIFY" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES"><br /></span>
<span lang="es-ES"> Tuvo
que explicarme el juego de palabras —que también funciona en
inglés, el idioma que usábamos para comunicarnos— porque yo
llevaba poco tiempo en la ciudad: Kazimierz III fue el rey polaco que
fundó el pueblo homónimo, que luego sería un barrio cracoviano,
este barrio. Como nunca he sido muy de reyes, sea cual sea la
acepción de la palabra, empecé a llamarlo simplemente Kazimierz. Y
cada vez que me lo encontraba en Alchemia o en cualquiera de los
bares que imitan su estética oscura, desastrada y decadente
(Mechanoff, Królicze Ocze, Komisariat, Zak</span><span lang="pl-PL">ąski
</span><span lang="es-ES">i Wódka), lo saludaba (¡qué sorpresa,
Kazimierz!, ¡tú por aquí!) y charlaba un rato con él. Y cada
noche tenía la sensación de que no se acordaba de mí: yo era uno
más de esos jóvenes polacos, erasmus, expatriados o turistas para
quienes los bares son una segunda casa, mientras que para Kazimierz
eran un hogar, yo era uno de esos que charlaban durante un rato con
él y no volvían a verlo más. Pero la verdad era que en Cracovia
todo el mundo conocía a Kazimierz y Kazimierz no reconocía a nadie.
Él era el personaje; nosotros, el público. Kazimierz contribuía a
crear una sensación de comunidad, de pueblo más que de anónima
ciudad: era un punto que todos teníamos en común.</span></div>
<div align="JUSTIFY" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES"><br /></span>
<span lang="es-ES"> Seguí
llamándolo Kazimierz incluso cuando me corrigieron: oye, que en
realidad no se llama así</span><span lang="pl-PL">. ¿Qué? ¿Y
entonces cómo se llama? Incrédulo, quise </span><span lang="es-ES">confirmarlo
con Kazimierz y me contestó que sí, que se llamaba Miko</span><span lang="pl-PL">łaj
(pronunciado </span><span lang="pl-PL"><i>Micouay</i></span><span lang="pl-PL">)
y </span><span lang="es-ES">era el rey de Kazimierz. Aunque lo
intenté, no logré llamarlo de otro modo: para mí, se llamaba
Kazimierz. Me gustaba que su nombre coincidiera con el del barrio,
como si él fuera no una metáfora o una metonimia sino su verdadera
esencia. Pero el barrio judío estaba cambiando, se estaba
modernizando, encareciendo, rejuveneciendo y nuevas gentes lo
frecuentaban; por contra, Kazimierz representaba la versión más
auténtica del barrio, la que ya se iba perdiendo: la espontaneidad,
la escasez, la farándula y ese limbo en el que vivió toda Polonia
desde la decadencia del comunismo hasta el arrasador auge del
capitalismo.</span></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1gENYMW2588ScF4UlZgVDBWfUSYeC0WDfwOennfvmPumgIMSf1gI-Yj-FXWWoJakiPT3qKXf7C7MP-b1ba-4MRaH943I1iyCKrcMK3owjbWpjL5IhpDkpzpjvRX25QUw05ehVztYvNtMn/s1600/mikolaj.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="544" data-original-width="933" height="186" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1gENYMW2588ScF4UlZgVDBWfUSYeC0WDfwOennfvmPumgIMSf1gI-Yj-FXWWoJakiPT3qKXf7C7MP-b1ba-4MRaH943I1iyCKrcMK3owjbWpjL5IhpDkpzpjvRX25QUw05ehVztYvNtMn/s320/mikolaj.jpg" width="320" /></a></div>
El otro nombre, el que me habían dicho que era <span lang="pl-PL">su</span>
nombre verdadero, también le casaba, aunque de otro modo. <span lang="pl-PL">Mikołaj
</span>equivale a Nicolás, y es el nombre navideño por excelencia:
el 6 de diciembre, <span lang="pl-PL">święty
Mikołaj</span><span lang="pl-PL"> </span>o san Nicolás les
deja regalos a los niños que se han portado bien. En otros países,
Papá Noel pasa por las casas un poco más tarde, pero en el fondo
viene a ser la misma tradición y, sobre todo, el mismo personaje: un
tipo grandote con una densa barba cana. Las únicas diferencias eran
que Miko<span lang="pl-PL">łaj</span> no vestía de rojo y blanco y
que a pesar de su vejez tenía una vitalidad que no puedo imaginarle
a Papá Noel; pero Kazimierz también era enorme, casi un gigante, y
además de una espesísima barba blanca tenía una larga melena cana
que a menudo se recogía en una cola de samurái. La coincidencia
entre los dos personajes era tan grande que yo dudaba que en realidad
se llamara Mi<span lang="pl-PL">kołaj. </span>O quizás solo estaba
construyéndome una excusa para continuar llamándolo Kazimierz.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br />
Hace apenas una semana, un amigo me escribió un mensaje en
Facebook: “Tu libro ha perdido a uno de sus personajes”. No supe
a qué se refería hasta que entré en el <a href="http://krakow.naszemiasto.pl/artykul/slynny-mikolaj-z-kazimierza-nie-zyje,4316094,art,t,id,tm.html" target="_blank">enlace</a> que me copió: sin
comprender todo el titular de la noticia, la foto de Kazimierz y las
palabras “nie <span lang="pl-PL">żyje” </span>fueron
suficientes. Volví a leer el titular: “El famoso Miko<span lang="pl-PL">łaj
</span>de Kazimierz no vive” sería la traducción literal, porque
en vez de decir “ha muerto” en polaco se suele decir “no vive”,
lo cual siempre me ha parecido un terrible eufemismo, como si entre
estar vivo y estar muerto no hubiera un verbo fatal. Luego me dediqué
a descifrar la noticia, apenas un párrafo en polaco, recurriendo al
diccionario en cada frase. Decía que casi nadie conocía su
verdadero nombre y apellido <span lang="pl-PL">y </span>que todos lo
llamaban Miko<span lang="pl-PL">łaj, que sol</span>ía estar por los
bares de Plac Nowy (la plaza mayor de Kazimierz), que quienes lo
invitaban a tomar un vodka podían escuchar sus anécdotas,
salpicadas de palabras “que las damas no conocen y los caballeros
no comprenden” (cito literalmente), que era una de las figuras más
conocidas de Cracovia.</div>
<div align="JUSTIFY" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES"><br /></span>
<span lang="es-ES"> Mi
amigo me había dicho que mi libro había perdido a uno de sus
personajes porque yo había metido a Mikołaj en mi novela, titulada
</span><span lang="es-ES"><i>Mateorías</i></span><span lang="es-ES">.
Lo presentaba así:</span><br />
<blockquote class="tr_bq">
Kazimierz me estrechó la mano con fuerza y sonrió: le faltaban tres piezas.
Al cerrar la boca, mi atención se concentró en seguida en su nariz enorme, patatera.
Tenía el pelo lacio y totalmente blanco aprisionado en una coleta de
samurái, pero la piel enrojecida recordaba a un vagabundo. Su cara
era familiar: muy probablemente me lo había encontrado de noche en
algún bar.</blockquote>
</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
En <i>Mateorías</i>,
Kazimierz era una copia del real, no solo su aspecto físico sino
también su misterio o ambigüedad: era un tipo que vivía en los
bares pero parecía un vagabundo. Sin embargo, decidí convertirlo en
dueño de dos bares del centro de Cracovia —aunque no recuerdo por
qué lo saqué del barrio judío—, puesto que el personaje real me
resultaba demasiado inverosímil, su vida en los bares era demasiado
ficcional. Además, mi Kazimierz tenía una biografía un poco menos
fragmentaria: en la novela se sabía que había vivido en Londres,
como muchos polacos, que había trabajado de transportista en un
restaurante mexicano y más adelante había sido mecánico, basurero
y fontanero; al regresar a Cracovia, había abierto los dos bares y
los sábados por la tarde organizaba partidos de fútbol para que los
polacos se mezclaran un poco con los inmigrantes o viceversa. En uno
de estos partidos a la vera del Vístula, la pelota se caía en el
río y Kazimierz convencía a los jugadores de hacer una cadena
humana para tratar de rescatar el balón.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br />
Más tarde ese mismo día, alguien compartió la noticia de la
muerte de <span lang="pl-PL">Mikołaj en</span> un grupo de Facebook
de extranjeros en Cracovia. Se escribieron unos cuantos “RIP”,
alguien dijo que Miko<span lang="pl-PL">łaj era </span>una verdadera
leyenda de Kazimierz, otro que el mito cracoviano “ya no vive”.
Yo escribí que la primera vez que me encontré con él me dijo que
no era el rey Kazimierz sino el rey de Kazimierz; tenía la esperanza
de que más gente se animara a contar anécdotas y a hablar del
difunto, como si Facebook fuera el velorio ideal. Otros compartieron
fotos nocturnas en las que aparecían felices y borrachos con
Miko<span lang="pl-PL">łaj. U</span>n estadounidense comentó que
Kazimierz le había robado los 100 <span lang="pl-PL">złotych </span>(unos
25€) que había dejado en la barra para pagar la cuenta. A
continuación, el mismo americano preguntaba si se sabía cuándo y
dónde sería el funeral, pero nadie le contestó. El último
comentario era de un húngaro: decía que dentro de 20 años Miko<span lang="pl-PL">łaj
</span>ya no sería tan único, que cuando la primera generación de
erasmus creciera, sería olvidado y otros <i>clochards</i> lo
sustituirían.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br />
Me gustaría decir que <span lang="pl-PL">Kazimierz-Mikołaj </span>sigue
vivo en mi novela, pero es mentira y una falta de respeto. Ahora
releo lo que he escrito dos párrafos más arriba y me doy cuenta de
que he hablado del Kazimierz de <i>Mateorías </i>usando
el pasado en vez del presente, cuando el presente es el tiempo verbal
más adecuado para hablar de un personaje de ficción, sobre todo de
uno que está vivo: a nadie se le ocurriría referirse a don Quijote
en pasado, a pesar de que todos sabemos cómo acaba la novela. Pero
yo he hablado de él en pasado, como si el Kazimierz de <i>Mateorías</i>
también hubiera muerto, como si la muerte del personaje real hubiera
entrado en la ficción, ese supuesto refugio. Así que prefiero
decir que Kazimierz no vive, <span lang="pl-PL">Mikołaj </span>no
vive, <span lang="pl-PL">tampoco</span> en mi novela.</div>
GGNhttp://www.blogger.com/profile/06353081096836612519noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3108920413755618624.post-25299052817227601862017-10-31T11:52:00.000+01:002017-10-31T15:59:43.874+01:0031 de octubre. Carmen Laforet, 'Nada'<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglYGS-yGn7T6_wcwZXdCBc6hOAa7bh07ohKkDRdShdQEa5_eKvN0C-2l-wsIAkC3uWVJ2fMIgqV2eVvLiCoIX02ikZkj5YLaeaSHDRS2sSTjD30_VSJF0tQIpTlI9k4n9tmyEGKN9fBrHP/s1600/nada.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1052" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglYGS-yGn7T6_wcwZXdCBc6hOAa7bh07ohKkDRdShdQEa5_eKvN0C-2l-wsIAkC3uWVJ2fMIgqV2eVvLiCoIX02ikZkj5YLaeaSHDRS2sSTjD30_VSJF0tQIpTlI9k4n9tmyEGKN9fBrHP/s320/nada.jpg" width="210" /></a></div>
No
sé si lo que voy a decir es una <i>boutade</i> o una obviedad: <i>Nada</i>
(1944) de Carmen Laforet es la obra literaria más importante del
siglo XX español. No creo que sea la mejor, ojo, ni mucho menos, ni
tampoco la más interesante o bien escrita, de hecho es probable que
haya envejecido mal; no, lo que yo digo es que me parece la más
<i>importante </i>para la historia de la literatura española. Pero
¿por qué <i>Nada</i>?<br />
<br />
En
primer lugar, porque divide el siglo XX literario en dos mitades con
más precisión que el cuchillo de la Guerra Civil: antes de <i>Nada
</i>están las Generaciones del 36, del 27, 14 y 98, entre otras, que no
tienen casi nada<i> </i>que ver con la novela de Laforet; después,
<i>Nada</i> engendra la Generación del 50 y su realismo social y,
más indirectamente, el experimentalismo de los sesenta, la novela de
la democracia y demás. Por otro lado, <i>Nada</i> consagra
definitivamente a la novela como el género literario por excelencia
del siglo XX, destronando a la poesía. Además, Carmen Laforet dio
el primer paso de otro giro copernicano en la literatura española:
<i>Nada </i>trasladó la capital de la República de las Letras a
Barcelona por partida doble: por un lado, por haberse convertido en
modelo de escritora catalana o barcelonesa que escribe en español y,
por el otro, porque Nada es un notable eslabón de la llamada Gran
Novela de Barcelona. Sin embargo, uno podría argüir que, por
ejemplo, <i>La familia de Pascual Duarte</i> de Camilo José Cela
tiene méritos similares a los de <i>Nada</i> y que, además, es
anterior, de 1942; pero yo sigo creyendo que no ha sido tan
influyente y, sobre todo, no la escribió Carmen Laforet. Porque
quizás la importancia de <i>Nada </i>no reside tanto en el texto
como en el contexto y en su autora, en la figura de Laforet: por
primera vez en la historia de la literatura española, es una mujer
la que lidera un gran hecho literario. En el Barroco, a María de
Zayas le hicieron sombra Quevedo, Cervantes o Calderón de La Barca;
durante el Romanticismo, Rosalía de Castro fue eclipsada por
Bécquer; las escritoras del Realismo Fernán Caballero (Emilia Böhl
de Faber) y Emilia Pardo Bazán quedaron en segundo plano, detrás de
Galdós y Clarín; los nombres femeninos de las Generaciones del 98 y
del 27 apenas están siendo reivindicados ahora, con demasiado
retraso (véase <a href="https://demimerio.blogspot.com/2017/10/14-de-octubre-tania-ballo-las.html" target="_blank">el libro de <i>Las Sinsombrero</i></a>). A diferencia de
ellas, Carmen Laforet logró romper este molde maldito y les
proporcionó un nuevo modelo a las escritoras que vinieron después: sin el
precedente de Laforet y <i>Nada</i>, el acceso al campo literario les
habría resultado aún más difícil a Carmen Martín Gaite, Ana
María Matute, Josefina Aldecoa y otras.
<br />
<br />
Sin
embargo, ¿todavía merece la pena leer <i>Nada</i> en el siglo XXI,
más allá de las lecturas arqueológicas de los filólogos? De
nuevo, creo que sí, que la historia de Andrea en Barcelona se sigue disfrutando y le aporta mucho al lector contemporáneo. La llegada de
Andrea a la Estación de Francia es uno de los momentos estelares de
la literatura de Barcelona, y muchos la han imitado u homenajeado
después. En cuanto al argumento, se puede decir que en <i>Nada </i>no
pasa nada sin sorprender a nadie: presenta la vida cotidiana y gris
de una chica recién llegada a Barcelona durante la primera
posguerra. <i>Nada </i>no es una novela de argumento ni de personajes
sino de atmósfera, en la que se pueden palpar el embrutecimiento y
la opresión de la dictadura. Es, además, una novela subjetivista,
donde prima la visión del mundo de Andrea, como reivindicarán los
novelistas españoles a partir de los 60. Y también es la mejor
representante española del existencialismo, corriente que en España
tuvo que esperar hasta el fin de la Guerra Civil para soltar su más
bello y desgarrado grito.</div>
GGNhttp://www.blogger.com/profile/06353081096836612519noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3108920413755618624.post-55862953675736765022017-10-30T14:29:00.000+01:002017-10-30T14:29:08.475+01:0030 de octubre. Najat el Hachmi, 'L'últim patriarca'<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjhA_YlIsG7EaAyb4o243wb_TmxaUE-OmY9lnPf9hCf1r6YZry1_R_WNACsoXlfiZ2G7fAkGFDjs2rdCJ2N0fakYVLTl1KfHMZ5aysdQD8lfAgRIk54pnW50vCA42zBImOHDCLOig62Pi5V/s1600/najat.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="640" data-original-width="412" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjhA_YlIsG7EaAyb4o243wb_TmxaUE-OmY9lnPf9hCf1r6YZry1_R_WNACsoXlfiZ2G7fAkGFDjs2rdCJ2N0fakYVLTl1KfHMZ5aysdQD8lfAgRIk54pnW50vCA42zBImOHDCLOig62Pi5V/s320/najat.jpg" width="206" /></a></div>
La
literatura estadounidense, la francesa o la inglesa tienen muchos <i>escritores
conversos</i>, es decir, originarios de otros países pero que han decidido escribir
en y desde la lengua y la cultura de su país de acogida; sin ir más
lejos, es el caso del último Nobel de Literatura, Kazuo Ishiguro,
pero también el de Vladimir Nabokov o Joseph Conrad. En España no
son tantos los escritores conversos, probablemente porque la
inmigración es mucho menor que en los Estados Unidos y en el Reino
Unido; pero también porque la literatura española no es tan fuerte
y en consecuencia atractiva para el converso en potencia: por
desgracia, con demasiada frecuencia la cultura española se reduce a
ese sucedáneo llamado <i>marca España</i>, poco compatible con los matices y las sutilezas.<br />
<br />
El paradigma del escritor converso español es, sin duda, Max Aub, que,
entre el alemán de sus padres y el francés de su lugar de origen,
eligió el español, la lengua de sus amigos de Valencia. Otro
ejemplo es el polémico —por filofascista— escritor rumano
Vintilă Horia, que además de escribir en su lengua materna lo hizo en
francés y español. Con la excusa de la iniciativa #LeoAutorasOct,
ya hablé en este blog de otros conversos cuando reseñé <a href="https://demimerio.blogspot.com/2017/10/17-de-octubre-aleksandra-lun-los.html" target="_blank"><i>Los palimpsestos</i>, la novelita de la polaca Aleksandra Lum</a>, escrita en perfecto español
converso. Por supuesto, los catalanes, vascos o gallegos que escriben
en español son otra historia: más que conversos, podríamos
denominarlos <i>escritores diglósicos</i>. Pero precisamente la literatura catalana tiene la suerte de contar
con una gran escritora conversa: la marroquina Najat el Hachmi.<br />
<br />
Su primer libro, <i>Jo també sóc catalana</i>, es un ensayo autobiográfico donde cuenta cómo nació en Marruecos, a los ochos se trasladó con su familia a Cataluña y se adaptó no
sin ciertas dificultades a la realidad catalana. El argumento de <i>L'últim patriarca</i> (2008), la primera novela de El Hachmi, es muy similar: en la primera parte,
se nos presenta a Mimoun, un hombre marroquí tradicional, machista y
pendenciero que se va a Barcelona para trabajar; en la segunda parte,
conocemos a la narradora, la hija de Mimoun, que cuenta cómo más
tarde sigue a su padre y debe luchar por liberarse de sus
cadenas. La hija representa a aquellos inmigrantes de segunda
generación que se sienten más cercanos a su nuevo hogar que a su
lugar de origen, por lo que deben desafiar la autoridad paterna, que
pretende que todo continúe igual, como si no hubieran emigrado.<br />
<br />
El primer párrafo de <i>L'últim
patriarca</i> es revelador del carácter de la obra:<br />
<blockquote class="tr_bq">
"Aquell
dia va néixer, després de tres nenes, el primer dels fills de
Driouch d'Allal de Mohamed de Mohan de Bouziane, etc. Era
l'afortunat, Mimoun, per haver nascut després de tanta dona".</blockquote>
El estilo de El Hachmi es totalmente oral, heredero de una tradición
entre cuyas obras pueden encontrarse <i>Las mil y una noches</i> pero
también los textos bíblicos y coránicos. Al mismo tiempo es
inevitable referirnos a Mercè Rodoreda y Pere Calders, escritores
catalanes que claramente influyen en la prosa clara y ágil de El
Hachmi. Por otro lado, la ambición de narrar la biografía desde el
principio e incluso más atrás y adelante, transgeneracionalmente,
es deudora también de la narrativa realista decimonónica, e incluso
de grandes novelas del boom latinoamericano como <i>Cien años de soledad</i>.
Por no hablar del componente feminista, que resalta el comportamiento
violento y abusivo del <i>último patriarca</i>.
Como buena escritora conversa, El Hachmi plasma en su primera novela
su compleja identidad, sus múltiples historias.</div>
GGNhttp://www.blogger.com/profile/06353081096836612519noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3108920413755618624.post-45645303421910105182017-10-29T15:07:00.000+01:002017-10-30T09:05:46.095+01:0029 de octubre. Joanna Russ, 'El hombre hembra'<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiwVKJTr7Ed2TjXWvf_-s_0NDW3rXv_PFd2jVPG78eYL8bVKFZ_EWaqfIZV-7LHv8ap3UT0cW3F3G_28-h_ZrwYyFqBvmbi-yRNT7Qe-D03tdhUSH8zJD95AlYxqFmILdVsWOi-NyYc_H8_/s1600/joanna+russ.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="821" data-original-width="550" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiwVKJTr7Ed2TjXWvf_-s_0NDW3rXv_PFd2jVPG78eYL8bVKFZ_EWaqfIZV-7LHv8ap3UT0cW3F3G_28-h_ZrwYyFqBvmbi-yRNT7Qe-D03tdhUSH8zJD95AlYxqFmILdVsWOi-NyYc_H8_/s320/joanna+russ.jpg" width="214" /></a></div>
Joanna
vive en el Nueva York de los años 70. Jeannine, en un universo
paralelo, un mundo aún más heteropatriarcal donde nunca tuvo lugar
la Segunda Guerra Mundial y que sigue inmerso en la Gran Depresión.
Janet es de otro universo paralelo: Whileaway, una avanzada sociedad
en la que una plaga mató a todos los hombres 800 años atrás y
desde entonces las mujeres se bastan y se sobran para todo.
Finalmente, Jael vive en uno donde hombres y mujeres están en
guerra constante. Estas son las Jotas, las cuatro protagonistas de <i>El
hombre hembra</i> (1975) de Joanna Russ.<br />
<br />
Sin embargo, lo más jugoso
de la novela no es que el lector pueda visitar estos cuatro mundos
tan diferentes, sino que los visiten las Jotas: las cuatro mujeres
viajan de una dimensión a otra, de la propia a las ajenas. A este
tipo de desplazamiento interdimensional, Russ lo llama “viaje en la
probabilidad”, ya que los infinitos mundos paralelos son las
probables ramificaciones que pueden surgir de cada elección: hay un
universo donde yo no he escrito nada de esto, pero también un
universo donde he escrito algo diferente, y otro donde en vez de una
coma puse un punto y coma, etc. Así,
en su mundo Janet nunca ha conocido a un hombre y ha crecido educada
solo por mujeres, pero tras <i>viajar en la probabilidad </i>vive en
el universo de Jeannine, donde el feminismo apenas está presente y
las diferencias sociales entre hombres y mujeres son abismales. Por
supuesto, las contradicciones y la injusticia de los roles de género
son subrayadas en cada página indirecta o narrativamente, es decir,
a través de la interacción entre las mujeres y los diferentes
mundos, la cual genera situaciones sorprendentemente cómicas; pero
también directa o discursivamente, o sea, en los numerosos diálogos
y reflexiones sobre el papel de la mujer, la desigualdad, el amor o
la violencia masculina. Se nota que Joanna Russ era, además de
novelista de ciencia ficción y fantasía, crítica literaria
feminista; incluso llegó a reprocharle a <a href="https://demimerio.blogspot.com/2017/10/26-de-octubre-ursula-k-le-guin-la-mano.html" target="_blank">La mano izquierda de laoscuridad de su compatriota Ursula K. Le Guin</a> que perpetuara los
estereotipos de género, en vez de combatirlos. Con todo, el lector
no tiene la sensación de estar leyendo un panfleto; a menos, claro,
que su ideología sea impermeable al feminismo.<br />
<br />
Formalmente,
<i>El hombre hembra </i>también es una novela muy avanzada, incluso
vanguardista, una vuelta de tuerca a las grandes novelas del
modernismo estadounidense. La extensión de los capítulos es
variable: desde la frase y el fragmento hasta la escena y la
reflexión, pasando por los episodios más largos y convencionales.
Además, los saltos a través de los universos nunca son del todo
evidentes para el lector, que puede desorientarse con frecuencia.
Russ también prefiere no identificar claramente quién está
narrando —¿Joanna, Jeannine, Janet, Jael?—, aunque sí da pistas
narrativas. La confusión que el lector experimenta, muy emparentada
con la que produce la lectura de <i>El ruido y la furia </i>de
William Faulkner, es sintomática: una metáfora de la construcción
identitaria.</div>
GGNhttp://www.blogger.com/profile/06353081096836612519noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3108920413755618624.post-62684772981771058532017-10-28T17:53:00.000+02:002017-10-28T17:53:33.712+02:0028 de octubre. Sara Mesa, 'Cicatriz'<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZml0ZhI8yRwHJcPvfsZTSyIYD9Eh1MyODjhlEfMN47KWw0cFu-6Kt2b1qk_rW4n3D6LTEr3tttwnQf0-8CZVpBrGJ-4qg_yal2AWVzV4vTy_BjWxHdoTKVGSnGJEA_q4sQ24BmtPSQzGE/s1600/cicatriz.jpeg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1018" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZml0ZhI8yRwHJcPvfsZTSyIYD9Eh1MyODjhlEfMN47KWw0cFu-6Kt2b1qk_rW4n3D6LTEr3tttwnQf0-8CZVpBrGJ-4qg_yal2AWVzV4vTy_BjWxHdoTKVGSnGJEA_q4sQ24BmtPSQzGE/s320/cicatriz.jpeg" width="203" /></a></div>
Aunque
el tópico de que internet es un lugar peligroso es eso, un tópico,
también tiene algo de cierto, como cualquier otro. Si no te andas
con un poco de cuidado, en internet puedes dejarte la salud y la
juventud, pero sobre todo la cartera; lo mismo les pasa a algunos
turistas menos precavidos o afortunados. Y cuando exploras el
internet profundo corres el riesgo de volver a la superficie
traumatizado, en el caso de que vuelvas. Las novelas, el cine y la
cultura popular han explotado y exagerado demasiado el peligro de
internet, convirtiéndolo en un tópico trillado. Y precisamente la
acción de <i>Cicatriz </i>(2015) de Sara Mesa también tiene lugar en la red de
redes y su autora juega sabiamente con el horizonte de expectativas del lector,
que desde el principio cree que está leyendo una novela de la <i>deep
web</i>, con grandes conspiraciones, asesinatos, secuestros,
chantajes, violaciones o tráfico de órganos. Sin embargo, Sara Mesa
decepciona las morbosas expectativas sin decepcionar al lector: la
historia que le cuenta en lugar de la esperada es, aunque mucho más
contenida y humilde, mucho mejor.<br />
<br />
Los
dos protagonistas de <i>Cicatriz </i>se conocen en un foro literario
<i>online</i>: una de esas páginas donde unos cuantos frikis
literarios como yo hablan 24/7 de libros. Ella se llama Sonia y es
una chica provinciana y con poco carácter, bastante convencional a
pesar de sus veleidades librescas. Él es el raro; para empezar su
<i>nick </i>en el foro es Knut, por Knut Hamsun, el autor de la gran
novela <i>Hambre</i> que unos años después simpatizaría con el
nazismo (¡incluso le mandó su medalla del Nobel de Literatura a
Goebbels!); además, Knut no trabaja porque odia el capitalismo, así
que roba de todo para costearse los pocos vicios que tiene. El punto
de partida de su relación es el interés común por la literatura,
pero en seguida la rareza de él y la pasividad de ella la
transforman: Knut le envía libros y otros regalos a cambio de nada,
bueno, solo a cambio de conversación y amistad en línea. El lector
espera que Knut sea un pervertido cualquiera, pero no le pide a Sonia
fotos desnudas ni nada por el estilo; el lector espera que Knut sea
un acosador o un asesino de película, pero tampoco. Lo más extraño,
lo más perverso, lo más repulsivo de Knut es que <i>se conforma con
esto</i>: ser amigo a distancia de Sonia. Obviamente, la suya es una
relación tóxica, ya que Knut está obsesionado con Sonia, la
controla y la obliga con sus regalos, cada vez más caros, a pasar
tiempo con él; porque la violencia no solo es física, también
puede ser emocional y verbal.<br />
<br />
El
estilo de Sara Mesa se complementa a la perfección con el argumento
y los temas de la novela —las relaciones personales, el dinero, la
violencia invisible—. El narrador de <i>Cicatriz </i>es todo un
sociópata: frío y más que distante ausente, sin emoción alguna.
Solo de vez en cuando aparecen la voz de Sonia o Knut y sus
discusiones en línea, lo que compensa la apatía narrativa general.
Pero el ambiente de <i>thriller </i>creado por la voz y por Knut
propicia que el lector se tema siempre lo peor.</div>
GGNhttp://www.blogger.com/profile/06353081096836612519noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3108920413755618624.post-53881164836381534702017-10-27T12:37:00.000+02:002017-10-27T12:37:30.857+02:0027 de octubre. Gabriela Wiener, 'Llamada perdida'<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiamaN0zQeieoOIzEqiZcMBlaf8c8YIoOj8rycya32YwTOp916l1lKHsYQOn7lErW9gNS2xQfJHqmJ_AJTuQ0ut-FoTZ7IXMNlmYMmzn8fjPiDVPdwTQYYinzZTJApu4UC8BkYlYREUyKYD/s1600/wiener.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1062" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiamaN0zQeieoOIzEqiZcMBlaf8c8YIoOj8rycya32YwTOp916l1lKHsYQOn7lErW9gNS2xQfJHqmJ_AJTuQ0ut-FoTZ7IXMNlmYMmzn8fjPiDVPdwTQYYinzZTJApu4UC8BkYlYREUyKYD/s320/wiener.jpg" width="212" /></a></div>
Dos
escritores estadounidenses radiografiaron como nadie el París de la
primera mitad del siglo XX, quizás incluso como ningún francés. Uno es Henry Miller, que en <i>Trópico de Cáncer </i>(1934)<i>
</i>consiguió escandalizar a la sociedad de la época por su
libertad verbal y sexual; el segundo es el Ernest Hemingway de <i>París
era una fiesta </i>(1964), por cuyas memorias desfilan todos los
grandes de la Generación Perdida. Ambos libros son autobiográficos,
pero Miller flirtea más con la ficción: <i>Trópico de Cáncer</i>
es lo que hoy día llamaríamos autoficción; además, la obra de
Miller es más confesional, íntima y polémica que la de Hemingway,
por mucho que este ajuste cuentas con alguno de sus compañeros
generacionales.<br />
<br />
Creo
que el estilo y el temperamento de la peruana Gabriela Wiener la acercan mucho
más a Miller; de hecho, los textos que conforman <i>Llamada perdida
</i>(2015) suscriben y confirman el epígrafe de Ralph Waldo Emerson
que abre <i>Trópico de Cáncer</i>: “Las novelas darán paso, con
el tiempo, a diarios o autobiografías: libros cautivadores, siempre
y cuando sus autores sepan escoger de entre lo que llaman sus
experiencias y reproducir la verdad fielmente”. Pues si la
literatura del futuro será autobiográfica, Gabriela Wiener es el
futuro, una practicante total de la literatura del
yo.<br />
<br />
En
el primer ensayo de <i>Llamada perdida</i>, Wiener confiesa que sufre el
trastorno dismórfico corporal, es decir, una preocupación obsesiva,
real o imaginaria, por los defectos físicos propios; a continuación
habla sin tapujos sobre todo lo que considera feo de su cuerpo, sobre
los problemas que tiene para amar y para sentirse amada, etc.; el
compromiso con la sinceridad de Wiener y su capacidad de desnudarse
emocionalmente ante el lector están al nivel de Henry Miller. Casi
todos los temas giran alrededor de su persona: la sexualidad, la vida
en pareja, la vida de los inmigrantes peruanos en España, la crisis
económica, la literatura, la enfermedad, el trabajo, etc. El
andamiaje de <i>Llamada perdida </i>queda definitivamente armado y
soldado gracias a la prosa de Wiener: lírica y reflexiva
—<i>reflexírica</i>— como Francisco Umbral o Javier Pérez
Andújar, pero de lectura mucho más ágil. Una muestra de “El Gran
Viaje”, donde expone los motivos que tuvo para abandonar Perú:<br />
<blockquote class="tr_bq">
"Planear
la huida definitiva no se parece en nada a preparar un viaje de
vacaciones porque el que se va de verdad no necesita mapas, ni guías
turísticas, no le interesa si en su destino hay monumentos
maravillosos. Las cosas que ignora son su principal ventaja. Lo más
importante, además, el migrante ya lo sabe: que hará lo que sea
para irse, no importa si tiene que borrarse del mapa. Posee todo el
tiempo del mundo para descubrir si llegó o no al lugar adecuado, y
que el lugar sea adecuado dependerá en última instancia de sí
mismo. Para el viajero, el pasaporte es como la piel, cada viaje es
una marca, una herida, una arruga, una historia que contar. Dime
cuánto has viajado y te diré cuánto sabes, apuntan los filósofos
del viaje. Para el migrante, en cambio, el pasaporte es eso que mira
la policía sin una pizca de simpatía. Los migrantes pasamos cada
día delante de la Sagrada Familia o la Torre Eiffel sin emoción".</blockquote>
En
otro momento de <i>Llamada perdida</i>, las reflexiones sobre la
fidelidad llevan a Wiener a escribir con pelos y señales sobre sus
prácticas sexuales. Entre tanta confesión, uno se pregunta a menudo
si la autora está siendo sincera siempre. El trastorno dismórfico
corporal sufrido por Wiener puede servir como metáfora de la lectura de autoficción: como el enfermo, el lector tampoco sabe distinguir
entre la fealdad real y la fealdad ficcional.</div>
GGNhttp://www.blogger.com/profile/06353081096836612519noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3108920413755618624.post-85575911169966842872017-10-26T08:55:00.000+02:002017-10-26T08:55:03.391+02:0026 de octubre. Ursula K. Le Guin, 'La mano izquierda de la oscuridad'<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPjingd2IXI4LsLRaOuVRkBgBbg-JN3Mf66i9hZrAr6Dnob5jPtzz1ZH1KnpG1iGvIc4wGByKbkNapgccrsjDpN6di1bjuHzFMn4nYVE8fTWjj7YHBqYVO2dG5dwVoTY8HYfFjngNS4V_M/s1600/mano+izquieerda.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1181" data-original-width="770" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPjingd2IXI4LsLRaOuVRkBgBbg-JN3Mf66i9hZrAr6Dnob5jPtzz1ZH1KnpG1iGvIc4wGByKbkNapgccrsjDpN6di1bjuHzFMn4nYVE8fTWjj7YHBqYVO2dG5dwVoTY8HYfFjngNS4V_M/s320/mano+izquieerda.jpg" width="208" /></a>Uno de los esquemas literarios más antiguos y todavía usados es el del
viaje: el protagonista del relato visita un lugar nuevo con una
misión determinada. Además de buscar lo que sea que necesite en su
aventura —el Santo Grial, la destrucción del Anillo Único, la
supervivencia propia—, el viajero nos cuenta cómo es ese sitio que
visita y cuáles son sus impresiones
sobre la otra cultura. El destino del viaje puede ser un territorio
más o menos real, como en <i>Nuestro hombre en La Habana </i>y <i>Robinson Crusoe</i>, o
totalmente fantástico, como en <i>Los viajes de Gulliver</i>, o
combinar realidad y fantasía, como en muchas crónicas de indias. La
ciencia ficción ha explotado muy a menudo esta fórmula literaria,
incluso de forma paródica (léanse los divertidos <i>Diarios de las
estrellas</i> de Stanis<span lang="pl-PL">ław </span>Lem). Pero la
maestra de los viajes interplanetarios es la estadounidense Ursula K.
Le Guin, que en muchas de sus obras usa el esquema del viajero en
<i>terra incognita </i>espacial.<br />
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
En <i>La mano izquierda de la oscuridad </i>(1969), el aventurero es
Genly Ai, un representante de una ONU interplanetaria llamada Ecumen,
que viaja a Gueden, un planeta muy lejano y aislado, con la difícil
misión de establecer contacto entre ambas entidades. Genly —cuyo
nombre parece un anagrama de Le Guin— es muy similar a nosotros,
los lectores del planeta Tierra del año 2017, aunque su civilización
es bastante más adelantada: no solo viajan por el universo y se
relacionan con razas diferentes, sino que también controlan la
telepatía (¡y ya no tienen monarquías!). No obstante, la
civilización más atractiva para el lector es la otra, la de Gueden,
porque sus habitantes son <i>ambisexuales</i>: pueden adoptar el sexo
masculino o el femenino indistintamente cada mes, complementándose
con su pareja sexual (por lo que nunca son homosexuales: ¡muy mal,
Le Guin!); es decir, como algunos animales, los guedenianos tienen
periodos mensuales de celo, durante los cuales se vuelven machos o
hembras, mientras que el resto del tiempo no están sexuados (son
hermafroditas en potencia). Esta característica diferencia
radicalmente Gueden de la sociedad de Genly Ai (y de la nuestra),
pues en aquel planeta no existen los roles de género ni las guerras,
aunque sí otros tipos de crimen; en este elemento recae el verdadero
interés de <i>La mano izquierda de la oscuridad</i>, pieza clave de
la literatura de ciencia ficción feminista y de la producción de
Ursula K. Le Guin.</div>
<br />
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
El
narrador principal de la novela de Le Guin es el mismo Genly, a
través del informe de su estancia en Gueden, pero también
encontramos diversos textos relacionados con la cultura del planeta:
literatura oral, fragmentos de obras religiosas o históricas, etc.
Además, hay otro narrador que contrapuntea la visión externa de
Genly: Har rem ir Estraven, un político guedeniano condenado al
exilio; para Estraven un hombre, es decir, un ser humano unisexual,
es tan raro como para Genly los ambisexuales, por lo que los
prejuicios están servidos desde ambos lados. <i>La mano izquierda</i>
es, pues, una novela polifónica, en la que se enfrentan diversas
realidades, registros y estilos, el único modo de representar la
complejidad de Gueden, que, como cualquier planeta habitado, tiene su
historia y varios idiomas y países. De hecho, dos de ellos, Kahadir
y Orgoreyn, están inmersos en un conflicto político a causa de un
territorio disputado, en el cual el lector encontrará ecos de la
Guerra Fría o de la del Vietnam. Porque en el fondo, como toda buena
novela de ciencia ficción, <i>La mano izquierda de la oscuridad </i>no
habla del universo construido por Ursula K. Le Guin sino del
nuestro, en el que tanto sentido tienen sus reflexiones sobre los
roles de género y sobre las construcciones de la alteridad.</div>
GGNhttp://www.blogger.com/profile/06353081096836612519noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3108920413755618624.post-31919286974098439552017-10-25T09:15:00.000+02:002017-10-25T09:15:46.942+02:0025 de octubre. Chimamanda Ngozi Adichie, 'Algo alrededor de tu cuello'<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmwvOQ8eYbYYsRhJSgLuZvjguHNeMO-K6BjNJ3LLgXcrTWoJ8ljuWLlqKhKZgMvug-yiomOXfpyoi9Viu0GCZuPG_4sp3EtibIHMy1ildCUAW7y63viqhOnC3fl-al0z9Wmqpbb1jAvvlo/s1600/chimamanda.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="449" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmwvOQ8eYbYYsRhJSgLuZvjguHNeMO-K6BjNJ3LLgXcrTWoJ8ljuWLlqKhKZgMvug-yiomOXfpyoi9Viu0GCZuPG_4sp3EtibIHMy1ildCUAW7y63viqhOnC3fl-al0z9Wmqpbb1jAvvlo/s320/chimamanda.jpg" width="187" /></a></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
La escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie es mundialmente
conocida gracias a sus dos charlas TED, sobre todo por una titulada
<i><a href="https://www.ted.com/talks/chimamanda_ngozi_adichie_we_should_all_be_feminists" target="_blank">We Should All Be Feminists</a></i>, que luego se convirtió en libro.
Este breve ensayo (en español, <i>Todos deberíamos ser feministas</i>)
apenas tiene 20 páginas, un volcado casi literal de la conferencia
de 30 minutos que tuvo lugar en Londres en 2012 y en la cual Ngozi
Adichie defiende el feminismo con un estilo sólido, irónico y muy
narrativo sin caer en los tecnicismos académicos que tan a menudo
empañan la comprensibilidad, limitando su alcance. La otra charla de
Ngozi Adichie es <i><a href="https://www.ted.com/talks/chimamanda_adichie_the_danger_of_a_single_story" target="_blank">The Danger of a Single Story</a></i>, de 2009, donde
reclama la necesidad de que los países y las personas tengan más
de una historia, es decir, que su identidad sea múltiple y no
dependa de un solo discurso, por fuerza simplista.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
Estas dos charlas TED contienen dos temas primordiales de la
narrativa de Ngozi Adichie —el feminismo y el poscolonialismo—,
pero en cuanto se abren sus libros se descubre un universo mucho más
rico. <i>Algo alrededor de tu cuello</i> (2009) es un libro
fantástico para adentrarse en el mundo narrativo de la escritora
nigeriana, y su lectura no dura mucho más que la visión de las dos charlas.
</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
Los doce relatos cortos que componen este libro pivotan entre la
Nigeria natal de Ngozi Adichie y los Estados Unidos que la acogieron;
sus temas viajan de África a Occidente y viceversa, aunque mi
generalización probablemente no sería del agrado de la autora. Como
los personajes de Aleksandar Hemon o Herta Müller, no todos los de
<i>Algo alrededor de tu cuello </i>son inmigrantes o emigrantes, pero
todos están de algún modo desplazados, fuera de lugar: la esposa de
un rico empresario nigeriano que, viviendo en EE. UU., descubre que
su marido tiene una amante en Nigeria; la chica que se enamora de un
chico estadounidense que parece tener menos estereotipos que los
demás pero solamente tiene otros diferentes; la mujer que debe
abandonar Nigeria porque su marido ha escrito un artículo contra el
gobierno y su hijo ha sido asesinado; o la que, al regresar a
Nigeria, recuerda como murió su hermano de niño. La mayoría de las
heroínas de <i>Algo alrededor de tu cuello </i>son mujeres oprimidas
por su género o por el color de su piel que, a pesar de todo, se
enfrentan a esta opresión; por eso abandonan a sus parejas o les
dicen que no, por eso dejan Estados Unidos o empiezan a trabajar.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
Casi todos los relatos de <i>Algo alrededor de tu cuello</i> suceden
en el presente, aunque un presente muy marcado por el pasado; la
excepción es “La historiadora obstinada”, ambientado en los
siglos XIX y XX, durante la colonización de Nigeria pero desde el
punto de vista de los colonizados. El estilo de los cuentos es
realista, casi clásico: claro y con unas pocas pero certeras
pinceladas poéticas, heredero de Raymond Carver. La mayoría de
narradores son en tercera persona, pero dos relatos están escritos
en segunda, un tú muy natural que nos acerca a lo narrado. Y en el
caso de que el lector recele ideológicamente del libro, Ngozi
Adichie incluye un relato para desactivar esta lectura prejuiciosa:
“Jumping Monkey Hill” presenta un pequeño congreso de escritores
africanos en Sudáfrica, donde se discuten las (malas) interpretaciones de
relatos escritos por africanos y, sobre todo, africanas.</div>
GGNhttp://www.blogger.com/profile/06353081096836612519noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3108920413755618624.post-86677581920265477312017-10-24T08:28:00.001+02:002017-10-24T08:28:08.253+02:0024 de octubre. Elvira Navarro, 'La ciudad feliz'<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9dqY8dhatmgfv43ZuKn6YBU_ioJ0IzIcw7U3ayRuOC9P9fDMU0hu8A9jPwojmA-sh_-1f8AtibnyroYhLJSAD7N9URexqvXJw31nBXCEn8JcmYuS5RCCw9LSIfSxD843IpR5q7lJqffy_/s1600/navarro.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="940" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9dqY8dhatmgfv43ZuKn6YBU_ioJ0IzIcw7U3ayRuOC9P9fDMU0hu8A9jPwojmA-sh_-1f8AtibnyroYhLJSAD7N9URexqvXJw31nBXCEn8JcmYuS5RCCw9LSIfSxD843IpR5q7lJqffy_/s320/navarro.jpg" width="187" /></a></div>
Entre
el exotismo de Juan Marsé —<i>El embrujo de Shanghai</i>—
y el racismo de <i>Torrente</i>
—“¡Eh, chinita, chinita!”—, los chinos no han sido muy bien
representados en la ficción española, a pesar de que son una
minoría nada desdeñable demográficamente. Los únicos que pululan
por la cultura española regentan restaurantes o bazares chinos,
hablan un castellano muy macarrónico —como en <i>El enredo
de la bolsa y la vida </i>de Eduardo
Mendoza— y a menudo son explotados por sus jefes, las mafias o la
policía —pienso en <i>Biutiful </i>del
mexicano Alejandro González Iñárritu—. Son pocos los casos en
los que el personaje tiene un poco de volumen, una identidad personal
más allá de lo nacional; y pedir protagonismo ya es pedir
demasiado. Se me ocurren poquísimas excepciones; por ejemplo, uno de
los relatos de <i>Puja a casa</i>
de Jordi Nopca, protagonizado por una pareja china en Barcelona. O la
primera de las dos novelas cortas que componen <i>La ciudad
feliz </i>(2009) de Elvira Navarro,
titulada “Historia del restaurante chino Ciudad Feliz”. Pese a
que, para variar, la familia de chinos que protagoniza el relato
tiene un restaurante, al menos todos sus miembros tienen también una historia
y un carácter propios, son personajes de verdad, no meros comparsas;
especialmente Chi-Huei, el más pequeño de la familia y protagonista
de la <i>nouvelle</i>.<br />
<br />
Probablemente,
la visibilización y la normalización de lo chino en España sean
los mayores méritos de <i>La ciudad feliz</i>,
pero no son los únicos. La segunda de las novelas cortas que
componen el volumen es “La orilla”, que empieza con una mentira
de la protagonista a sus padres, como en una versión contemporánea
de <i>Pedro y el lobo</i>,<i>
</i>para irse transformando en el
relato de la turbia obsesión de esta niña por un vagabundo, un
<i>outsider</i> antisistema.
Tanto “La orilla” como “Historia del restaurante chino Ciudad
Feliz” tratan del fin de la infancia y de las complejas relaciones
paternofiliales; ambos protagonistas son niños, viven en el mismo
barrio y se conocen: cada uno es un personaje secundario del otro. El
estilo de Elvira Navarro es, en las dos novelitas, muy sencillo, a
ratos incluso simplón, más propio de una novela juvenil: explica
demasiado, resultando redundante y poco eficaz narrativamente; pero
casa bastante bien con la edad de los protagonistas.
<br />
<br />
En
la primera novela, los conflictos de la identidad; en la segunda, el
descubrimiento de las mentiras del mundo. No hace falta decir que los
niños de <i>La ciudad feliz </i>son
cualquier cosa menos felices.</div>
GGNhttp://www.blogger.com/profile/06353081096836612519noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3108920413755618624.post-8861615955020028002017-10-23T09:38:00.000+02:002017-10-23T09:38:48.347+02:0023 de octubre. Joan Didion, 'Los que sueñan el sueño dorado'<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvZczrZcYwnODOBcSqq5qQqozKQ76rvYheB-0aR0s1vlbgh7Fijuex7NoJQirrbcC9go9ZWA-3qGDQi9InIuj3FPvzYHPG4exRmBIYFZTQOiEX1s0oX1jMqLxkbRDV5jjxsw0Nc3pwY_FI/s1600/didion.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="939" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvZczrZcYwnODOBcSqq5qQqozKQ76rvYheB-0aR0s1vlbgh7Fijuex7NoJQirrbcC9go9ZWA-3qGDQi9InIuj3FPvzYHPG4exRmBIYFZTQOiEX1s0oX1jMqLxkbRDV5jjxsw0Nc3pwY_FI/s320/didion.jpg" width="187" /></a></div>
No
es fácil decidir por qué libro empezar a leer a un autor o autora
determinados. ¿Es preferible comenzar por el libro más conocido?
¿O, en su defecto, por el que se suele considerar el mejor? ¿O es
más recomendable leer el primero que publicó y luego seguir leyendo
cronológicamente? Cualquier elección tiene, obviamente, sus pros y
contras: si empiezas por lo mejor, lo demás te sabrá a poco; si
empiezas por una obra mediocre, quizás no te apetezca continuar con
otras. Recomendarle a alguien el libro por el que comenzar a leer un
autor es un arte que pocos libreros, bibliotecarios, profesores,
críticos o lectores dominan. Ojalá existiera una guía de primeras
lecturas, quizás una página web con sugerencias orientativas;
probablemente yo sería su único usuario.<br />
<br />
Cuando
quise leer a Joan Didion decidí guiarme por el primer criterio, así
que primero leí <i>El año del pensamiento mágico</i> (2005), que
es sin duda su libro más conocido y puede que también el mejor. Se
trata de la durísima crónica de las muertes casi consecutivas de su
marido y de su hija, todo un hito de la literatura del duelo. Por
suerte, el talento literario de Didion es lo bastante sólido como
para que <i>El año del pensamiento mágico </i>no eclipse la lectura
de sus otras obras. Sin embargo, creo que, a riesgo de equivocarme,
el mejor libro para empezar a leer a Didion es <i>Los que sueñan el
sueño dorado</i> (2006). No solo porque las crónicas que contiene
están al máximo nivel literario de la autora, sino porque se trata
de textos más breves y más variados temática, geográfica y
genéricamente, pertenecientes a cinco libros diferentes.<br />
<br />
Los
ocho primeros textos, de <i>Arrastrarse hacia Belén</i>, son
crónicas sobre California, de donde es originaria Didion. Entre
ellos encontramos la crónica que da título a la antología: la
narración ejemplar de un crimen y su posterior juicio, con evidentes
ecos de <i>A sangre fría </i>de Truman Capote. No obstante, la mejor
crónica es “Arrastrarse hacia Belén”, que presenta el San
Francisco de 1967, en plena ebullición <i>hippy</i>; Didion no hace
concesiones a los mitos de la época sino que retrata con toda la
crudeza posible la realidad, para bien y para mal.<br />
<br />
El segundo libro antologado es <i>El álbum blanco</i>, donde el
elemento autobiográfico tiene más peso. El texto homónimo pone fin
a aquellos maravillosos años 70 de “Arrastrarse hacia Belén”:
narra el clima que condujo hasta los terribles asesinatos de Charles
Manson; para ello, Didion se pone en el ojo del huracán (vivía en
la misma ciudad, Beverly Hills), alterando entre la autobiografía y
la crónica, como años más tarde harían Emmanuel Carrère y tantos
otros. También encontramos textos más ensayísticos, como “Georgia
O'Keeffe”, dedicado a la magnífica pintora estadounidense, o “Agua
bendita”, una reflexión sobre la importancia del agua para la
autora, acostumbrada a la escasez californiana.
<br />
<br />
En <i>Después de Henry</i>, <i>Salvador </i>y <i>Miami</i>, el centro
de interés de Didon se aparta de sí misma y de su California natal,
y las crónicas se vuelven mucho más políticas y menos personales,
aunque no por ello menos interesantes. Sin embargo, cuando leí
“Después de Henry”, no pude evitar acordarme otra vez de <i>El
año del pensamiento mágico</i>: Didion escribe sobre su fallecido
editor, Henry Robbins, pero yo solo podía pensar en las muertes de
su hija y su esposo, muchos años después. Y no solo en este texto:
cada vez que Didion hacía referencia a la hija o al marido, yo sabía
que morirían. Haber leído antes <i>El año del pensamiento mágico</i>
tiñó de morbo mi lectura: no la eclipsó pero sí la ensombreció.
Pero, en fin, se lea a Didion en el orden que se lea, <i>Los que
sueñan el sueño dorado </i>es una clase magistral de literatura de
no ficción.
</div>
GGNhttp://www.blogger.com/profile/06353081096836612519noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3108920413755618624.post-22561248911127158342017-10-22T14:44:00.002+02:002017-10-22T14:44:59.007+02:0022 de octubre. Wisława Szymborska, 'Lecturas no obligatorias'<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2w03hJNzQkk5nuhFn_U_wftntiCZLRN-jEIjbs4RJLq6DPCVjNUfT0YAy4hU_cXuXHVap1cSTWwSExlbbPlnZddeMMkXSfABW2PCm8GegY7EZez-jklkUnoi-yPXoWy06dHp63Ttqt_R_/s1600/szymborska.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="398" data-original-width="258" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2w03hJNzQkk5nuhFn_U_wftntiCZLRN-jEIjbs4RJLq6DPCVjNUfT0YAy4hU_cXuXHVap1cSTWwSExlbbPlnZddeMMkXSfABW2PCm8GegY7EZez-jklkUnoi-yPXoWy06dHp63Ttqt_R_/s320/szymborska.jpg" width="207" /></a></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
Hay
dos tipos de críticos literarios y dos mujeres que los personifican. Uno de ellos lo encarna Michiko
Kakutani, la gran crítica literaria de <i>The New York Times</i> que
hace poco anunció su retirada: es una crítica aséptica, que, como
recomendaba Walter Benjamin,<i> </i>evita usar la palabra <i>yo </i>y
tiende al objetivismo. Por otro lado, están los críticos que hacen
de sus reseñas un ejercicio de expresión de la subjetividad porque
saben que en el fondo el gusto es una construcción personal y que,
por tanto, no es necesario esconder el yo detrás de tecnicismos. Yo
prefiero el segundo tipo de crítico, el cual encarna a la
perfección, e incluso lo exagera, la Wis<span lang="pl-PL">ł</span>awa
Szymborska de <i>Lecturas no obligatorias</i> (2009).<br />
<br />
De
hecho, la poeta polaca reconoce en el prólogo del libro que ella no
escribe reseñas sino que solo es una “lectora <i>amateur</i>”,
es decir, que rechaza la etiqueta de crítica. Ya puestos, podríamos
decir que sus reseñas no son reseñas sino ensayos: textos
reflexivos, subjetivos, a veces narrativos o anecdóticos, que
parten, eso sí, de la lectura de un libro. No en vano Michel de
Montaigne es el único autor mencionado en el susodicho prólogo y
sus <i>Ensayos </i>son uno de los libros comentados. Además de al
escritor francés, la mezcla de reseña, ensayo y autobiografía
acerca el libro de Szymborska a otros hibridismos como las <i>Formas
breves </i>de Ricardo Piglia o el <i>Dietario voluble </i>de Enrique
Vila-Matas.<br />
<br />
Las
<i>Lecturas no obligatorias </i>tienen otra peculiaridad, además de
ser ensayos camuflados: los libros que Szymborska lee y comenta no
son prestigiosos, o al menos no lo son según los criterios
habituales de los suplementos de literatura o cultura. A las lecturas
canónicas de las Bellas Letras, Szymborska les antepone un <i>no</i>,
por lo que habla de libros divulgativos y monográficos de diversos
temas, memorias y biografías, reediciones de clásicos, literatura
extranjera o poco conocida, antologías, diccionarios e incluso
autoayuda. Así, el lector se encuentra con el comentario del <i>Cantar
de mio Cid </i>seguido de un monográfico sobre magia y ocultismo,
pasando por un ensayo sobre el humor francés y por las memorias de
Anna Dostoyevska. Pero el personalísimo estilo de la escritora
polaca pasa por encima de las obras comentadas: pocos lectores
querrían leer todos estos libros, pero todos querrán leer las no
reseñas de Szymborska.<br />
<br />
Creo
que a las <i>Lecturas no obligatorias</i> les sobra el índice: este
libro se puede leer de principio a fin o aleatoriamente, como la
<i>Rayuela </i>de Julio Cortázar, pero sea como sea acaba
conformando una autobiografía de la poeta polaca. Tanto es así que
en una de sus no reseñas, en la que critica duramente una biografía
de Johannes Vermeer, me ha parecido intuir el momento exacto en el
que se origina uno de los poemas de Szymborska, incluido en <i>Aquí</i>,
y dedicado precisamente al pintor holandés. Lo más probable es que
me equivoque, pero estoy seguro de que mi derecho a errar habría
contado con el beneplácito de Szymborska.
<br />
<blockquote class="tr_bq">
<b>Vermeer</b> </blockquote>
<blockquote class="tr_bq">
Mientras
esa mujer del Rijksmuseum<br />con esa calma y concentración pintadas<br />siga vertiendo día tras día<br />la leche de la jarra al cuenco<br />no merecerá el Mundo<br />el
fin del mundo.
</blockquote>
</div>
GGNhttp://www.blogger.com/profile/06353081096836612519noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3108920413755618624.post-53015498453612842572017-10-21T22:41:00.000+02:002017-10-21T22:41:21.472+02:0021 de octubre. Dubravka Ugrešić, 'No hay nadie en casa'<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicFwTH8wM6LOLUQhJpRW5Ys9qtAPkpoAGTgU9UWzNhXp5VfkanWmOuvrkI0LGOy9ub2P1tlqqL69D1ZtzBc3SoLQJ7ncXELsl4S9A3kyyoPoBQNAZj0HmjLyXiivllqfGlamRm5nQX2tfZ/s1600/dubravka.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1024" data-original-width="683" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicFwTH8wM6LOLUQhJpRW5Ys9qtAPkpoAGTgU9UWzNhXp5VfkanWmOuvrkI0LGOy9ub2P1tlqqL69D1ZtzBc3SoLQJ7ncXELsl4S9A3kyyoPoBQNAZj0HmjLyXiivllqfGlamRm5nQX2tfZ/s320/dubravka.jpg" width="213" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
Cada
vez que viajo a Croacia o a algún país exyugoslavo, y en los
últimos años he ido con cierta frecuencia, suelo comprarme algún libro de un escritor local. La primera vez fue por
necesidad: como no tenía nada que leer, entré en varias librerías
hasta que una tenía libros en inglés; la segunda, por curiosidad;
la tercera, por vicio; a partir de entonces fue por costumbre. Así
aprendí que mis tiendas de souvenirs favoritas son las librerías, y
gracias a las de Zagreb, Liubliana, Sarajevo y otras ciudades, he
conocido a grandes escritores como Slavenka Drakuli<span lang="pl-PL">ć,
</span>Aleksandar Hemon, Miljenko Jergovi<span lang="pl-PL">ć,
</span>Danilo <span lang="hr-HR">Kiš, </span>Ivo Andri<span lang="pl-PL">ć
o</span> Dubravka Ugre<span lang="hr-HR">šić</span><span lang="pl-PL">.</span>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Dubravka Ugrešić nació en Zagreb en 1949 y, aunque empezó a publicar en los años setenta, sus libros que se
han traducido a otros idiomas son bastante posteriores: el primero en
aparecer en inglés, <i>Fording the Stream of Consciousness</i>, ganó
el prestigioso premio yugoslavo NIN en 1988 y se tradujo en 1991. No
creo que las fechas sean casuales: eran los años de la Guerra, en
los que todo el mundo tenía los ojos puestos en Yugoslavia, incluido
el mundo literario. Ese mismo año, Ugre<span lang="hr-HR">šić </span>tuvo
que exiliarse de Croacia por haberse opuesto a la guerra y al
nacionalismo; ya se sabe que nada molesta tanto a los violentos como
la no violencia. Desde entonces vive en Ámsterdam, ciudad donde
tiene lugar su novela <i>El ministerio del dolor</i>, que
precisamente trata del trauma de los desplazados por la guerra y de
su <i>yugonostalgia</i>.
</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En los ensayos y crónicas de <i>No hay nadie en casa </i>(2009),
también se habla del exilio y del trauma cotidiano del exiliado. En
“Mercadillo”, un mercadillo berlinés es la metáfora de un mundo
sin fronteras, así como el lugar donde los exyugoslavos encuentran
la hermandad y la unidad que en sus países llevaron a la guerra.
Ugre<span lang="hr-HR">šić </span>logra hablar sin problema e
incluso con humor de temas duros; por ejemplo, reflexiona sobre los
estereotipos europeos, como el “Derecho a la infelicidad” y al
pesimismo de sus compatriotas yugoslavos (el cual yo extendería, sin
acritud, a todos los eslavos). Porque el objetivo final de Ugre<span lang="hr-HR">šić
</span>es quitarle al exilio el aura romántica que se le ha
atribuido sistemáticamente.
</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Los textos de Ugre<span lang="hr-HR">šić </span>también reflexionan
sobre literatura, aunque desde un punto de vista más bien político.
En la crónica “Europa, Europa”, la escritora croata intenta
entender qué es Europa a bordo del Expreso de la Literatura 2000, un
tren que llevaba a otros 129 escritores hacia Moscú con paradas en
París, Berlín y otras ciudades literarias. Uno de los mejores
ensayos de tema literario es “Geopolítica literaria”, donde
Ugre<span lang="hr-HR">šić </span>afirma que leemos a los autores
<i>sobre todo </i>en función de su lugar de origen; así, la
literatura clásica, canónica y universal la constituyen las grandes
literaturas —estadounidense, alemana, británica o francesa—,
mientras que las pequeñas literaturas —croata, serbia, rumana o
polaca— nunca alcanzan más que lo regional o particular. No le
falta razón, y por eso estoy seguro de que Ugre<span lang="hr-HR">šić
</span>criticaría a los que, como yo, consideran que la literatura
es un medio para entender Croacia o cualquier otra región. Y yo me
alegraría por la crítica.
</div>
GGNhttp://www.blogger.com/profile/06353081096836612519noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3108920413755618624.post-16986735263821032902017-10-20T09:23:00.000+02:002017-10-20T09:23:48.479+02:0020 de octubre. Mariana Enriquez, 'Las cosas que perdimos en el fuego'<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhhyavQ7jSKZZ-B7LfP1tYKMkYiqJi5A9xlFefpRUFbrqVN2KoljxJDAZXnQQjudCUgMWvCmz94grpz3Y4c6IFpvTKtOKtlb7pLauP5giM_1cIPjKs4p8RvP2cJzC0G0ZJ1A2WVzAhSu-Y5/s1600/enriquez.jpeg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1019" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhhyavQ7jSKZZ-B7LfP1tYKMkYiqJi5A9xlFefpRUFbrqVN2KoljxJDAZXnQQjudCUgMWvCmz94grpz3Y4c6IFpvTKtOKtlb7pLauP5giM_1cIPjKs4p8RvP2cJzC0G0ZJ1A2WVzAhSu-Y5/s320/enriquez.jpeg" width="203" /></a></div>
Los
textos hablan por sí solos, tanto los buenos como los malos textos,
si el lector está dispuesto a escuchar. Escuchemos cómo empieza “La
casa de Adela”, uno de los doce relatos de <i>Las cosas que
perdimos en el fuego </i>(2016) de Mariana Enriquez:<br />
<blockquote class="tr_bq">
"Todos
los días pienso en Adela. Y si durante el día no aparece su
recuerdo —las pecas, los dientes amarillos, el pelo rubio demasiado
fino, el muñón en el hombro, las botitas de gamuza—, regresa de
noche, en sueños. Los sueños con Adela son todos distintos, pero
nunca falta la lluvia ni faltamos mi hermano y yo, los dos parados
frente a la casa abandonada, con nuestros pilotos amarillos, mirando
a los policías en el jardín que hablan en voz baja con nuestros
padres".</blockquote>
Uf,
qué primer párrafo: está claro que este es un buen texto y que
será un buen cuento. ¿O no? Pues vamos a someterlo a un comentario
de texto, que es el equivalente literario de la prueba del algodón.
<br />
<br />
La
argentina Mariana Enriquez consigue desde el título centrar la
atención del lector en dos ideas claves: Adela y su casa. A renglón
seguido, en las tres frases que conforman este primer párrafo,
leemos que Adela no “aparece” en persona sino como “recuerdo”,
rememorada por la narradora; de día es recordada y de noche, soñada;
a esto lo llamo yo estar obsesionada con Adela. Luego la narradora
evoca cuatro elementos de su aspecto físico y uno de su
indumentaria: esta lista es una preciosidad literaria en miniatura;
los cinco ítems son progresivamente más perturbadores: el lector no
sospecha hasta el segundo elemento (“los dientes amarillos”), el
tercero es un poco raro (“el pelo rubio <i>demasiado </i>fino”) y
al llegar al cuarto punto (“el muñón en el hombro”) se
horroriza y se da cuenta de que le han hecho una finta, por lo que
vuelve al inicio de la lista y ve que “las pecas” han quedado
connotadas de palidez enfermiza, incluso fantasmal; al final, “las
botitas de gamuza” son terribles: el diminutivo de <i>botas</i> nos
dice, sin que nos demos cuenta, cuántos años tiene Adela. Y si de
día el recuerdo de Adela es perturbador, los sueños donde aparece
son pesadillas, aunque Enriquez evita usar la palabra <i>pesadilla</i>,
porque sabe que sus lectores no son idiotas. Los “sueños con
Adela”, escenas terroríficas de manual, nos sitúan en las
coordenadas narrativas del relato de terror: la “lluvia”, la
“casa abandonada”, “los policías”, los “padres”, la
narradora y su hermano y esos “pilotos amarillos” que al menos yo
me imagino iluminados intermitentemente, resaltando la desgracia que ha
ocurrido y sigue flotando en el ambiente.<br />
<br />
Preguntas del lector: ¿quién
es Adela?, ¿por qué Adela es solo recordada?, ¿qué le pasó en esa
casa abandonada? Prueba del comentario de texto superada.<br />
<br />
Exámenes
aparte, “La casa de Adela” es un cuento magistral y terrorífico:
parece imposible que, después de tantas películas y novelas de
terror, en pleno siglo XXI, podamos asustarnos así. Los demás
relatos de Enriquez están a la elevada altura de este: de hecho,
casi resulta inverosímil que la autora argentina logre mantener el
nivel literario a lo largo de todo el libro. En algunos casos, se
aparta del terror más canónico para acercarse a una estética de lo
repulsivo que recuerda a Horacio Quiroga; otros relatos parecen
actualizar la <i>weird fiction </i>de H. P. Lovecraft y situarla en
los peores suburbios de Buenos Aires; y algún cuento participa de la
ciencia ficción feminista, como el que da título al libro. En fin,
el conjunto es <i>demasiado</i> genial.</div>
GGNhttp://www.blogger.com/profile/06353081096836612519noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3108920413755618624.post-79912488217304849312017-10-19T09:35:00.000+02:002017-10-19T09:36:45.200+02:0019 de octubre. Lisa Block de Behar, 'Una retórica del silencio'<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8cfxa8eCWctxZVrWv5-ktKkp2RoC2pb8oMEWgJdC7qwvmnGSm_pJdVJ6ovNoq-RfaBCIWxKVNtSnCP59A2rynBwB168w9PCeNCl3PO35-FWIHJIa3X997IcthTZejKgHRgZXJqKV06_dM/s1600/silenico.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="823" data-original-width="501" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8cfxa8eCWctxZVrWv5-ktKkp2RoC2pb8oMEWgJdC7qwvmnGSm_pJdVJ6ovNoq-RfaBCIWxKVNtSnCP59A2rynBwB168w9PCeNCl3PO35-FWIHJIa3X997IcthTZejKgHRgZXJqKV06_dM/s320/silenico.jpg" width="194" /></a></div>
A finales de la década de los sesenta, la crítica literaria le
asestó varios golpes de muerte a la figura del autor. Texto a texto,
Jacques Derrida, Michel Foucault y sobre todo Roland Barthes le
quitaron al autor todo el prestigio y autoridad del que hasta
entonces había gozado: lo mataron. A partir de entonces, la crítica ya no necesitaría
que la biografía del todopoderoso autor certificase la
interpretación de sus textos, así que el lector, o en su defecto el crítico,
podía por fin enfrentarse solo al papel. La última frase de “La muerte
del autor” de Barthes así lo indica: “el nacimiento del lector
se paga con la muerte del Autor”. Unos años antes de la aparición
de estas tendencias autoricidas, en Alemania había surgido la
Estética de la recepción, una corriente crítica que estudiaba
precisamente la figura del lector, aunque por desgracia no dieron con
un eslogan tan bueno como el de Barthes.<br />
<br />
En el ensayo <i>Una
retórica del silencio </i>(1983),
la profesora uruguaya Lisa Block de Behar, sin inscribirse
explícitamente en la Estética de la recepción, también investiga
la figura del lector y el acto de lectura, y trata de devolverles el
prestigio arrebatado por el autor y el texto, entidades mucho más
accesibles y fáciles de estudiar:
<br />
<blockquote class="tr_bq">
"La lectura impone un retiro similar al apartamiento místico, y ese
retiro literario vale tanto por abstinencia como por jubilación, una
privación y un goce a la vez; una especie de ascesis por la que el
lector se ausenta de su medio tratando de suspender todas sus
sensaciones, salvo las visuales, y también éstas notablemente
disminuidas: apenas si ve el blanco y negro de la página impresa; no
es más que un paisaje alfabético el suyo".
</blockquote>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
El sintagma <i>retórica del silencio </i>lo toma la autora uruguaya
de Gérard Genette, quien justamente dirigió su doctorado, y hace
referencia al acto silencioso por excelencia: la lectura. La obra de
Block de Behar, que más que académica es ensayística, está
escrita con esa libertad creativa que solo se pueden permitir
pensadores como Genette, Barthes o Julia Kristeva y con una prosa
igual de agradablemente exhibicionista. Y con la misma soltura pasa
de un autor a otro, del análisis de un texto a otro, de un concepto
a otro: hace un estado de la cuestión sobre la retórica, filosofa
sobre los significados de escribir y leer, intenta realizar una
historia fragmentaria de la lectura, etc.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
Aunque <i>Una retórica del silencio </i>fue originalmente escrito
en francés y el grueso de la bibilografía es también francófono,
hay lugar para escritores de otras latitudes, como el argentino
Felisberto Hernández. Sin embargo, el escritor al que Block de Behar
presta más atención es Jorge Luis Borges, que en su “Pierre
Menard, autor del Quijote”
reivindica el poder creativo del lector y en <i>Otras inquisiciones
</i>lo refuerza:</div>
<blockquote class="tr_bq">
"Una literatura difiere de otra ulterior o anterior, menos por el texto
que por la manera de ser leída: si me fuera otorgado leer cualquier
página actual —ésta, por ejemplo— como la leerán el año dos
mil, yo sabría cómo será la literatura del año dos mil".</blockquote>
Leer es poder.</div>
GGNhttp://www.blogger.com/profile/06353081096836612519noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3108920413755618624.post-12832054379831298982017-10-18T09:18:00.000+02:002017-10-18T09:18:03.297+02:0018 de octubre. Cynthia Ozick, 'Cuerpos extraños'<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7uDWcFASWzKkcbqxxRP2BfuydY74buWJuMGp3Wiv8aZYNh_S5hEXPG7DZXqRscarJpnoa2icKlsgW5zq3_nzSuFU__UhwpsQTDvT9qt9BINAsJoIwybwpc3KLke7jlgXc2DtVcQtmiSuK/s1600/ozick.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="501" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7uDWcFASWzKkcbqxxRP2BfuydY74buWJuMGp3Wiv8aZYNh_S5hEXPG7DZXqRscarJpnoa2icKlsgW5zq3_nzSuFU__UhwpsQTDvT9qt9BINAsJoIwybwpc3KLke7jlgXc2DtVcQtmiSuK/s320/ozick.jpg" width="208" /></a></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
Un recurso frecuente en la literatura moderna y posmoderna, aunque en
el fondo es inherente a toda obra literaria, es la reescritura de
otras obras. El caso más conocido es el <i>Ulises </i>de James
Joyce, que reelabora y transforma la <i>Odisea </i>de Homero no solo
estética sino también ideológicamente. Por este último motivo son
tan habituales las reescrituras poscoloniales o feministas: las que
se apropian de modelos coloniales o machistas, respectivamente, para
darles la vuelta, para reescribirlos a la contra. Porque dos de las
funciones de la literatura son, por un lado, darles voz a todos y a
todas y, por el otro, crear nuevos mitos o actualizar los ya
existentes. Claros ejemplos de esta práctica son <i>Penélope y las
doce criadas </i>de Margaret Atwood o <i>Urraca </i>de Lourdes Ortiz;
la primera le da voz a Penélope, la esposa de Ulises, y la segunda
se la da a Urraca, la reina encerrada en una torre por ser mujer.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
Cynthia Ozick parte de la misma estrategia en su novela <i>Cuerpos
extraños </i>(2011); concretamente, reescribe <i>Los embajadores</i>
(1903), una de las novelas más conocidas<i> </i>de Henry
James y la favorita de Ozick, que también le dedicó la tesina y un
ensayo al escritor estadounidense. El protagonista de <i>Los
embajadores </i>debe viajar a París para convencer al hijo de su
prometida de que vuelva a los Estados Unidos, pero el joven se
resiste porque está enamorado de una mujer y de la capital francesa.
En <i>Cuerpos extraños</i>, la protagonista es una mujer, Beatrice,
que tiene una misión similar: traer de vuelta al cabra loca de su
sobrino; sin embargo, el París de Ozick, el existencialista París
de 1952, es una ciudad llena de <i>cuerpos extraños</i>: por un
lado, los refugiados europeos de la Segunda Guerra Mundial, atascados
en la ciudad y ansiosos por abandonarla hacia un destino mejor, fuera
del continente; por el otro, los acomodados turistas norteamericanos,
en busca de inspiración y aventuras en el París de Hemingway y
demás miembros de la Generación Perdida, todos ellos escritores,
artistas o vividores, en fin, <i>beatniks</i>. Aunque en 2011 la crisis de
los refugiados causada por la Guerra Civil Siria aún estaba lejos,
es imposible leer la novela de Ozick sin pensar en ella.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
Pero con el feminismo y los refugiados no se agotan los temas de
<i>Cuerpos extraños</i>, sino todo
lo contrario. El hermano de Bea, padre del chico al que esta debe
rescatar, es uno de los personajes más interesantes de la novela,
una compleja figura kafkiana que aglutina varios temas: es un padre y
marido severísimo y un hombre hecho a sí mismo, por no decir
arribista, pero también un judío que reniega de su origen humilde
hasta odiar el judaísmo y la pobreza, como algunos personajes de Philip Roth o Saul Bellow. El conflicto identitario y el
fracaso también afectan a Bea, profesora de inglés que ha
malgastado su vida por un hombre, y a Lili, una refugiada rumana
destruida por la guerra. Todos los personajes están perdidos e
intentan encontrarle sentido a la existencia.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
Como Henry James, Cynthia Ozick es una virtuosa narradora en tercera
persona; pero, a diferencia de <i>Los embajadores</i>, en <i>Cuerpos
extraños </i>la focalización no se centra en un solo personaje sino
en varios, dependiendo de la escena o de la situación. Tanto en
Ozick como en James la elección de la perspectiva narrativa no es solo una
cuestión psicológica o técnica, sino
también epistemológica: una estética de la verdad.</div>
GGNhttp://www.blogger.com/profile/06353081096836612519noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3108920413755618624.post-27406673786307507712017-10-17T09:01:00.001+02:002017-10-17T09:01:27.661+02:0017 de octubre. Aleksandra Lun, 'Los palimpsestos'<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBrUNqNthmQG-kMyHvIfJll3xAIlXaRWld5gbnlS6gcB-b95R9VX5dKUtDZ2qOmVmzFByYvrAFskx1z06UKk8ddWqq1ChIRcKTtaGQmoYJV7V6wlQfGMRH37zwoZxvfB2vUUzSR642d-gg/s1600/aleksandra.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1047" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBrUNqNthmQG-kMyHvIfJll3xAIlXaRWld5gbnlS6gcB-b95R9VX5dKUtDZ2qOmVmzFByYvrAFskx1z06UKk8ddWqq1ChIRcKTtaGQmoYJV7V6wlQfGMRH37zwoZxvfB2vUUzSR642d-gg/s320/aleksandra.jpg" width="209" /></a></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
¿Qué tienen en común Vladimir Nabokov, Joseph Conrad y Jerzy
Kosi<span lang="pl-PL">ński</span>? Sí, todos son escritores,
hombres y de origen eslavo. Pero ¿y si a la lista añadimos a Eugène
Ionesco y Agota Kristof? Pues sí, todos son inmigrantes, escritores
que abandonaron su país de origen. ¿Y si agregamos a Emile Cioran y
Samuel Beckett? Efectivamente, todos son escritores que no utilizaron
su lengua materna para escribir. Y, además, todos son personajes de
<i>Los palimpsestos </i>(2015) de Aleksandra Lun, una escritora
polaca que escribe en español. Igual que Czes<span lang="pl-PL">ław
</span>Przesnicki, el protagonista de la novela: un escritor polaco
que escribe en antártido, un idioma tan imaginario como el manicomio
belga donde todos estos escritores están encerrados por escribir con
una lengua ajena. Porque si escribir es de locos, aún más lo es
escribir en otra lengua que la materna.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
Este es el marco argumental de <i>Los palimpsestos</i>, una novela
tan metaliteraria que podría haberla firmado un Enrique Vila-Matas
obsesionado por las segundas lenguas que se convierten en primeras;
y, de hecho, hay algunas referencias a Vila-Matas en el texto. Pero
se trata de la primera novela de Aleksandra Lun, quien, no podía ser
de otro modo, además de escritora es traductora, y nada menos que
del francés, catalán, español, inglés, rumano e italiano al
polaco. En el psiquiátrico belga donde ingresa el escritor Czes<span lang="pl-PL">ław
Przesnicki h</span>ay otros locos literarios como él, ya los he
mencionado, pero también hay una doctora y un cura polaco. En cada
capítulo, Przesnicki tiene terapia con su médica, a la que le
cuenta sus extraños sueños y su no menos extravagante vida, hasta
que es interrumpido por algún escritor encerrado en el centro, y
luego charla ácidamente sobre Polonia con el cura, el padre
Kalinowski.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
La novela de Lun habla de literatura, de lengua y de los límites de
la identidad nacional. Además, es una buena primera obra que le
augura un futuro brillante a la autora. Pero, sobre todo, es
agradable y saludable leer a una mujer que practica la literatura
sobre literatura, la tradición metaficcional en la que solo suelen
oírse nombres como Italo Calvino, Umberto Eco, Ricardo Piglia, Paul
Auster o César Aira.</div>
GGNhttp://www.blogger.com/profile/06353081096836612519noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3108920413755618624.post-57726294800203677192017-10-16T09:44:00.000+02:002017-10-16T09:44:22.037+02:0016 de octubre. Virginia Woolf, 'La señora Dalloway'<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiK9uPBfqi0PMRC7FUwpOvf7IN3OlNg7sO8jccMr-lfU2zdxmUJOxxyT1EURmNXMaNu_F2yvNmoS_H-aKUjsGrrlbzDd57hRdYjcSHl8ZntisIiGsGy7IAcb_Zdfrm6vOMCXsXwC2U_Jhrl/s1600/dalloway.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="505" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiK9uPBfqi0PMRC7FUwpOvf7IN3OlNg7sO8jccMr-lfU2zdxmUJOxxyT1EURmNXMaNu_F2yvNmoS_H-aKUjsGrrlbzDd57hRdYjcSHl8ZntisIiGsGy7IAcb_Zdfrm6vOMCXsXwC2U_Jhrl/s320/dalloway.jpg" width="210" /></a></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
Los manuales de literatura, los críticos y los escritores no siempre
están de acuerdo, pero hay un lugar común en el que coinciden casi
todos: los escritores más importantes del siglo XX son James Joyce,
Franz Kafka y Marcel Proust. Son la Santísima Trinidad escritora, el
Tridente Canónico por excelencia, el Top 3 de las Letras. Otros
escritores les siguen en la lista, como Samuel Beckett, Jorge Luis
Borges, Robert Musil, William Faulkner o T. S. Eliot. Se trata de una
selección muy objetable: es eurocéntrica, solo contiene autores de
la primera mitad del siglo XX, pertenecen al Modernismo, escriben
principalmente en inglés y francés, la novela tiene prioridad sobre
otros géneros literarios, etc. Y, sobre todo, no hay mujeres.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
La única que a veces aparece en la quiniela literaria es Virginia
Woolf. Y eso que <i>La señora Dalloway</i> (1925) debería figurar
en lo mejor de la literatura europea del siglo XX, al mismo nivel que
<i>Ulises</i> o <i>En busca del tiempo perdido</i>. Como la gran obra
de Proust, la novela de Woolf es una oda al tiempo: a su relatividad,
rememoración y paso, marcado por las campanadas del Big Ben. Si la
novela de Joyce es el emblema de Dublín, por el cual su protagonista
pasea durante un día, la de Woolf pone por escrito el espíritu del
Londres posterior a la Primera Guerra Mundial, y también Clarissa
Dalloway recorre sus calles a lo largo de una jornada. Quizás el
único pecado literario de <i>La señora Dalloway</i> sea no tener
más de 500 páginas, como las <i>grandes novelas</i>; para mí, es
un mérito.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
El argumento es bellamente simple: Clarissa organiza en su casa una
fiesta de la alta sociedad londinense. Para ello recorre la ciudad y
se cruza con multitud de personajes, en la mente de los cuales
focaliza alternativamente el narrador, agilísimo y armonioso al
saltar de la consciencia de uno a la del otro, de la descripción del
presente al recuerdo del pasado, de lo objetivo a lo subjetivo.
Probablemente, el estilo indirecto libre del narrador en tercera
persona sea el mejor que jamás he leído, superior a Gustave
Flaubert o Henry James, y seguramente haya sido la forma de narrar
más imitada en el siglo XX.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
Pese a la simplicidad aparente, los temas que van surgiendo a lo
largo de las preparaciones para la fiesta de la señora Dalloway son
muchos: el paso del tiempo, el amor, la infelicidad y las relaciones
matrimoniales, el feminismo, el amor lésbico, la decepción y las
oportunidades perdidas, la guerra y sus consecuencias, la
indiferencia hacia el sufrimiento ajeno, el colonialismo, etc. Woolf
consigue encajarlo todo a la perfección en una de las novelas mejor
organizadas —a pesar de que parece no tener estructura— que he
leído. Y, a diferencia de otras novelas de la época, que pecaban de
esteticistas, Woolf no se recrea en la belleza de su prosa. De hecho,
<i>La señora Dalloway</i> es una novela comprometida con su tiempo,
con grandes dosis de crítica social y política. Sobre todo a través
de un personaje: el veterano de guerra Septimus, que sufre estrés
postraumático y recuerda al Seymour Glass de J. D. Salinger (véase
“Un día perfecto para el pez banana”).</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
Del mismo modo que el <i>Ulises </i>de Joyce tiene un Bloom's Day,
habría que empezar a celebrar el Dalloway's Day.</div>
GGNhttp://www.blogger.com/profile/06353081096836612519noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3108920413755618624.post-13305392895811108932017-10-15T11:11:00.000+02:002017-10-15T11:11:36.346+02:0015 de octubre. Carme Riera, 'Te deix, amor, la mar com a penyora'<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFKAFW07iQ-Y1S089CiPcxOPhz5iTcTsZm_St4NDODwpjuwqm01TK_VWngJ6Own-SCzo_eBa-4Ic_o96zX_0q7GC0lPvLW52ZYN-HpX6xEwc4vX84QsH6FtPTufLXrfeSDcm7mB5AZGNfh/s1600/carme+riera.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1006" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFKAFW07iQ-Y1S089CiPcxOPhz5iTcTsZm_St4NDODwpjuwqm01TK_VWngJ6Own-SCzo_eBa-4Ic_o96zX_0q7GC0lPvLW52ZYN-HpX6xEwc4vX84QsH6FtPTufLXrfeSDcm7mB5AZGNfh/s320/carme+riera.jpg" width="201" /></a></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
Cuando un lector español se enfrenta por primera vez a la literatura
latinoamericana —Juan Rulfo, García Márquez, Vargas Llosa,
etc.—, suele experimentar una epifanía: el descubrimiento de un
mundo nuevo pero también el de un idioma libre y fresco, una lengua española
similar pero diferente, joven y trufada de palabras y giros
idiomáticos hasta entonces desconocidos. Algo similar nos sucede a
los lectores catalanes al acercarnos a la literatura balear, a pesar
de que por proximidad geográfica escuchar el balear es muy común en
Cataluña. Sebastià Alzamora, Miquel Bauçà o Blai Bonet son
algunos de los representantes de este fascinante universo.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
Pero la primera vez que me explotó en la cara el boom balear fue
cuando leí <i>Te deix, amor, la mar com a penyora</i> (1975), el
primer libro de Carme Riera (por suerte, en este boom sí hay
mujeres). Como en la novela homónima de Blai Bonet, el mar es uno de
los grandes temas de los relatos de Riera: el mar representa lo
balear y el amor, pero también el recuerdo del amor perdido y la
separación física entre los amantes, uno en Palma y el otro en
Barcelona. La escritora mallorquina elige apoyarse más en la prosa,
muy cuidada, que en el argumento. Así, los cuentos que componen <i>Te
deix</i> encuentran su fuerza en los ambientes que el estilo muy
lírico de Riera logra crear, rozando a veces el estatismo de la
prosa poética; se trata de atmósferas densas, propensas a lo
sentimental y a lo evocativo, pero que también encierran la opresión
propia del franquismo.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
Con toda la carga poética, el argumento queda en un segundo plano,
aunque no es totalmente olvidado, por lo que encontramos relatos
románticos y relatos fantásticos, alguno incluso con rasgos
policíacos. Además, la personalidad de protagonistas es otro
punto fuerte de <i>Te deix, amor</i>: los personajes transitan por
los límites de la normalidad psicológica y de lo aceptado por la
sociedad: son <i>outsiders</i>.</div>
GGNhttp://www.blogger.com/profile/06353081096836612519noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3108920413755618624.post-50973763821931918412017-10-14T12:50:00.000+02:002017-10-14T12:50:22.271+02:0014 de octubre. Tània Balló, 'Las Sinsombrero. Sin ellas, la historia no está completa'<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGrSw0vpgVcAIWxP_vY45-ywBuVB9eL-TiCAWn5Q2fXy7Orul51JZu14Z-bf1NhxVDRBwt7onXZ-DkTSLcZlBQWfTZyiYWgT-Eu5CfPBqKUWUpL84QlsmJqgXcSYtOvTpds3EBuWquopI4/s1600/sinsombrero.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1055" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGrSw0vpgVcAIWxP_vY45-ywBuVB9eL-TiCAWn5Q2fXy7Orul51JZu14Z-bf1NhxVDRBwt7onXZ-DkTSLcZlBQWfTZyiYWgT-Eu5CfPBqKUWUpL84QlsmJqgXcSYtOvTpds3EBuWquopI4/s320/sinsombrero.jpg" width="211" /></a></div>
En un curso de Literatura española del siglo XX, un estudiante me
preguntó por qué en la Generación del 27 no había ninguna mujer.
Curiosamente, era un hombre quien me hizo la pregunta, el único
(excepto yo, el profesor) en una sala llena de mujeres. Podría haber
preguntado por las mujeres de las dos generaciones que habíamos
mencionado antes en clase, la Generación del 98 o la del 14, y le
habría contestado algo similar: la historia es una construcción que
pretende pero nunca llega a ser objetiva ni total, por lo que casi
siempre es ideológica, en este caso, machista. Dicho de otro modo:
hubo escritoras, pero los historiadores no las sacaron en la foto. En
algunos casos, esta metáfora se vuelve literal; por ejemplo, cuando
en 1977 el archifamoso poeta del pueblo regresa a España del largo
exilio y la foto que ilustra el gran momento de la llegada lo muestra
solo a él descendiendo del avión, mientras que su esposa, María
Teresa León, también escritora y miembro de la Generación del 27,
no aparece.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
Afortunadamente, en estos últimos años están surgiendo diferentes
iniciativas para revisar nuestra tendenciosa memoria y recuperar a
las escritoras dejadas fuera de encuadre, y concretamente a las de la
Generación del 27, también conocidas como las Sinsombrero. Por
ejemplo, la serie <i>El Ministerio del Tiempo </i>les dedicó el
capítulo 18, “Separadas por el tiempo”. Y casi simultáneamente
apareció el proyecto transmedia (documental, webdocumental, proyecto
educativo, libro, redes sociales y exposición) llamado <i>Las
Sinsombrero</i>, dirigido entre otros por la barcelonesa Tània
Balló, que también fue quien escribió el libro: <i>Las
Sinsombrero. Sin ellas, la historia no está completa</i> (2016).
</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
El libro de Tània Balló capta la esencia de todo el proyecto:
rescatar a estas escritoras y artistas del injusto olvido de los
historiadores y del público y lograr que, mejor tarde que nunca,
sean conocidas. Para ello, Balló primero recrea brevemente el
ambiente donde surgió esta generación de escritoras y explica por
qué se llamaron así (en plena dictadura de Primo de Rivera, algunas
de ellas decidieron transgredir las normas quitándose el sombrero
por la calle). A continuación encontramos el grueso del libro, es
decir, las biografías de diez mujeres artistas, poetas, novelistas,
escritoras, filósofas, conferenciantes, periodistas, etc. Algunas
son bastante conocidas, como Rosa Chacel, María Zambrano o la ya
mencionada María Teresa León; otras, no tanto, todavía: Concha
Méndez, Ángeles Santos o Josefina de la Torre. Pero si algo tienen
todas en común es, precisamente, el olvido. Balló se refiere varias
veces a los problemas que tuvo para reconstruir las vidas de algunas
de ellas, especialmente con Margarita Manso, casi un fantasma o una
sombra. Muy a menudo solo puede hacer hipótesis a partir de las
biografías de los amigos, amantes o esposos, que con mucha
frecuencia les escamotean la gloria a las mujeres eliminándolas de
sus escritos autobiográficos; es el caso de Alberti y de Buñuel,
quienes mezquinamente eliminaron las referencias a sus exparejas,
arrebatándoles la visibilidad y la fama; otras, como Maruja Mallo,
solo lograron cierto reconocimiento presentándose como amigas o
conocidas de los grandes nombres del 27.<br />
<br />
Es de agradecer el
estilo llano y sincero de Balló, más divulgativo que académico,
accesible al público menos acostumbrado al campo literario. La
presencia en el texto del yo de la barcelonesa también es un
acierto: no solo habla de los problemas que tuvo para obtener
información, sino que intercala referencias al <i>making
off</i> del documental y anécdotas personales, referentes sobre todo al
descubrimiento de cada una de las Sinsombrero. Con todo, el libro no
es perfecto. Aunque está bien escrito y muy bien documentado, aún
más si tenemos encuenta que Balló viene del mundo del cine, a veces
el estilo peca de simplón y hay algún error (por ejemplo, confundir
la dictadura de Primo de Rivera con la Dictablanda). Pero cumple con
creces su misión de visisibilizar a las Sinsombrero y tratar de
completar la historia.</div>
GGNhttp://www.blogger.com/profile/06353081096836612519noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3108920413755618624.post-5535764020684389382017-10-13T09:03:00.001+02:002017-10-13T09:03:59.299+02:0013 de octubre. Adelaida García Morales, 'El Sur seguido de Bene'<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjo0T7F0B1vYJKOM9qUnV-2qY7uRQBBoVExBL5F4ELDgOL7Qcnb7Pl0gOcYqxmskGDSDfMOv_2UKtPmHVs2TEUDKBCg_FotG7nSoZqJP8vGdkNIB8SlihN4tsuPRd974wL8U-qZ2_UzNP7O/s1600/adelaida.jpeg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1051" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjo0T7F0B1vYJKOM9qUnV-2qY7uRQBBoVExBL5F4ELDgOL7Qcnb7Pl0gOcYqxmskGDSDfMOv_2UKtPmHVs2TEUDKBCg_FotG7nSoZqJP8vGdkNIB8SlihN4tsuPRd974wL8U-qZ2_UzNP7O/s320/adelaida.jpeg" width="210" /></a></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
Hay escritores que en algún momento de su vida deciden que ya han
escrito todo lo que debían, querían o podían y que por tanto no
van a seguir escribiendo. Es el caso del francés Arthur Rimbaud o
del mexicano Juan Rulfo, dos de los más célebres paradigmas del
escritor ago(s)tado. Enrique Vila-Matas escribió sobre ellos en
<i>Bartleby y compañía</i> y los llamó los Escritores del No, es
decir, los que se plantan y deciden no escribir más. Entre ellos,
casi todos hombres, podría haber figurado también Adelaida García
Morales, que tenía un carácter muy retraído y, desde que en 2001
publicó su último libro hasta que murió en 2014, no escribió
nada. Sin embargo, Vila-Matas no la incluyó en su libro: así de
olvidada estaba ya, pese a que su novela corta <i>El Sur</i> fue convertida por su esposo, Víctor Erice, en una película de culto del
cine español. Quien la rescató del inmerecido olvido, no obstante, fue una mujer, la
escritora Elvira Navarro, con su polémica novela <i>Los últimos días
de Adelaida García Morales </i>(2016).
Pero yo quiero hablar de los primeros.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
El libro donde aparecen estas dos novelas cortas, que juntas apenas
superan las cien páginas, se titula <i>El Sur seguido de Bene </i>(1985).
Es un título tan feo como descriptivo: primero encontramos <i>El Sur
</i>y luego, <i>Bene</i>; sin embargo, otra elección habría
desvirtuado el conjunto, ya que son dos textos independientes, a
pesar de que estilísticamente y temáticamente son muy cercanos. En
ambas <i>nouvelles</i> las narradoras son niñas que viven aisladas
en una casa en el campo, con una familia desestructurada en la que
hay una figura misteriosa, romántica; en ambas <i>nouvelles</i>
encontramos una atmósfera rancia, cerrada, obsesiva y con toques
mágicos o fantásticos. En <i>El Sur</i> el padre está muy
perturbado psicológicamente, quizás deprimido, a causa de un amor
frustrado por su matrimonio; es un zahorí capaz de encontrar objetos
ocultos o manantiales de agua, poder que también tiene su hija, la
narradora. En <i>Bene</i> la madre está muerta, el padre ignora a
sus hijos y la figura misteriosa es Bene, la criada; esta tiene algo
seductor y maléfico, una especie de contacto con los muertos.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<span lang="es-ES">La
inocencia infantil de las dos narradoras va perdiéndose a medida que
avanzan sus respectivos relatos y va desvelándose el misterio. Sin
embargo, nunca llegamos a saber qué es lo que ocurre exactamente,
quizás porque las narradoras tampoco lo saben; este desconocimiento
es lo más perturbador de las
dos novelas cortas de García Morales, que siguió al pie de la letra
las enseñanzas de H. P. Lovecraft: “La
emoción más antigua y poderosa de la humanidad es el miedo, y la
clase de miedo más antigua y poderosa es el miedo a lo desconocido”.</span></div>
GGNhttp://www.blogger.com/profile/06353081096836612519noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3108920413755618624.post-5350713982847765792017-10-12T08:37:00.002+02:002017-10-12T08:37:26.115+02:0012 de octubre. Slavenka Drakulić, 'No matarían ni una mosca'<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzdsRICZT0q-8blCbxpKbTNSn0nwLRqtU-QMoAxoYsyNU410gLtOxQ4MgN0zKy0dl_RhABsSO_kFaH8YQpsivzDrUgemL7CreHaGI8jPabD0O5730IK0UHFVLMLd0wEMGgKYMxTuplVtqY/s1600/drakulic.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1170" data-original-width="970" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzdsRICZT0q-8blCbxpKbTNSn0nwLRqtU-QMoAxoYsyNU410gLtOxQ4MgN0zKy0dl_RhABsSO_kFaH8YQpsivzDrUgemL7CreHaGI8jPabD0O5730IK0UHFVLMLd0wEMGgKYMxTuplVtqY/s320/drakulic.jpg" width="265" /></a></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
Cuando Hannah Arendt publicó sus filosóficas crónicas del juicio
de <i>Eichmann en Jerusalén</i>, generó enormes controversias en
diferentes países y ámbitos. Desde el punto de vista de la
filosofía, su tesis de la banalidad del mal tampoco escapó a la
polémica: la filósofa alemana afirmaba que no todos los seres
malvados eran monstruos o psicópatas, sino que también podían ser
personas normales, banales. Eichmann era malo porque era un buen
trabajador y cumplía la ley, eso sí, en un sistema enfermo,
totalitario.</div>
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<br /></div>
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Slavenka Drakuli<span lang="pl-PL">ć </span>trasladó la tesis de
Arendt al Conflicto yugoslavo y, como había hecho en su momento la
filósofa judía, la escritora croata fue al Tribunal Penal
Internacional de La Haya para presenciar los juicios de Slobodan
Milo<span lang="hr-HR">šević </span>y<span lang="hr-HR"> otros
</span>criminales de guerra. Las referencias a Arendt no terminan
aquí, porque también el título de la obra de Drakuli<span lang="pl-PL">ć</span>,
<i>No matarían ni una mosca</i> (2004), es una expresión usada por
aquella para referirse a los monstruos de la banalidad.</div>
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<br /></div>
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Sin embargo, la obra de Drakuli<span lang="pl-PL">ć </span>es más
accesible que la de Arendt: no es tan filosófica, es más
ensayística. La autora croata<span lang="pl-PL"> combina</span> la
crónica de los juicios de La Haya con la biografía de los
criminales juzgados, la historia de los Balcanes con las reflexiones
morales. E incluso las anécdotas personales tienen su lugar en <i>No
matarían ni una mosca</i>, ya que la escritora croata sufrió en su
propia piel el nacionalismo desbocado de los 90 que conduciría a la
sangrienta guerra. Por culpa de un artículo anónimo, que acusaba a
cinco periodistas, todas mujeres, de ser “brujas” que “violaban”
Croacia por no condenar con firmeza suficiente las agresiones
externas, Drakuli<span lang="pl-PL">ć </span>empezó a recibir
amenazas de muerte y tuvo que exiliarse. Su biografía debería
bastar para garantizar la objetividad de su relato.</div>
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<br /></div>
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La lectura de <i>No matarían ni una mosca</i> es indispensable para
comprender cómo se llegó a la tragedia balcánica, pero también es
muy útil para entender la actualidad. Si bien el escenario
español de octubre de 2017 está muy lejos del yugoslavo de finales
de los ochenta y principios de los noventa, se pueden encontrar
algunos puntos de contacto entre ambas situaciones políticas; quizás
demasiados. Y recordemos que la banalidad del mal surge precisamente
a causa del ambiente, es decir, del sistema.</div>
GGNhttp://www.blogger.com/profile/06353081096836612519noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3108920413755618624.post-56296743751362779942017-10-11T08:37:00.000+02:002017-10-11T08:37:42.458+02:0011 de octubre. Samanta Schweblin, 'Siete casas vacías'<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdNCDE7MG85hC-mAQwyEroKoG5TJ3S89beZIkw9RE0FRk7nZyVLb2_z63oofRfZWBVbV_srtGepX5oRvtSFzOeAA6Sc6qqSHjFnfUo8Aa64EQNs0dsFFHm_akic-AQ_eYzXdtvC_vOs0f-/s1600/samanta.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1426" data-original-width="886" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdNCDE7MG85hC-mAQwyEroKoG5TJ3S89beZIkw9RE0FRk7nZyVLb2_z63oofRfZWBVbV_srtGepX5oRvtSFzOeAA6Sc6qqSHjFnfUo8Aa64EQNs0dsFFHm_akic-AQ_eYzXdtvC_vOs0f-/s320/samanta.jpg" width="198" /></a></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
Una hija acompaña a su madre a robar objetos de valor sentimental en
casas ajenas. Unos abuelos con demencia senil corren desnudos por el
jardín y poco después desaparecen junto a sus nietos, también
desnudos, sin dejar rastro. Un hombre tiene que ir a buscar la ropa
de su hijo muerto, que su esposa ha arrojado por la ventana.</div>
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<br /></div>
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Estos son <i>grosso modo </i>los argumentos de los tres primeros
relatos de <i>Siete casas vacías </i>(2014)
de la argentina Samanta Schweblin. Como su título indica, en total
hay siete cuentos, y el sintagma <i>casas vacías </i>hace referencia
a la familia, el tema principal del libro, connotado oscuramente por
el adjetivo <i>vacías</i>. Sin embargo, creo que solo se puede
escribir sobre familias infelices, desestructuradas, únicas; algo
así advertía Tolstoi en <i>Anna Karenina</i>: “Todas las familias
felices se parecen; las desdichadas lo son cada una a su modo”.</div>
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<br /></div>
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Los relatos de Schweblin no son literatura fantástica, ya que no
sucede nada paranormal en ellos, no hay fantasmas ni extraterrestres:
cuanto acontece es posible en el mundo real. Sin embargo, al leerlos
uno tiene la sensación de que el universo de <i>Siete casas vacías </i>no
es exactamente el nuestro. Schweblin consigue darles la vuelta a las
relaciones familiares y encontrar lo raro, lo inverosímil y lo
fantástico en lo cotidiano. Las perspectivas de la locura, la vejez
y la niñez agudizan el aspecto irreal de las narraciones.</div>
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<br /></div>
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Puede que en los tres párrafos anteriores no haya
convencido a nadie sobre la calidad de <i>Siete casas vacías</i>.
Voy a intentarlo de nuevo: el cuarto relato del libro, titulado “La
respiración cavernaria”, es una obra maestra del género. Está
protagonizado por Lola, una mujer con alzhéimer, y logra
transmitirle al lector la desorientación vital de los enfermos,
incluso la lenta degradación de los síntomas, la progresiva
desconexión de la realidad. Causa un efecto tan impactante como la
primera vez que uno ve <i>Memento</i>, la película de Cristopher
Nolan. Si no vas a leer <i>Siete casas vacías</i>, al menos lee este
cuento.</div>
GGNhttp://www.blogger.com/profile/06353081096836612519noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3108920413755618624.post-7026545923120662892017-10-10T08:21:00.000+02:002017-10-10T08:21:11.496+02:0010 de octubre. Natalia Ginzburg, 'Las palabras de la noche'<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCjpf5-bquaxb5HtL0F66oP3EHOeCfmaJ4843dOvS8rSHjYB5jX-F_L2G5UAQFnqfc_FD48y0vOeqI1fsDQp4pbDyKCqMxwAjIMevUOCo70s6nq5cxSXT3u6vH6uD_rmL1AuuJG-x59VYt/s1600/natalia.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="997" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCjpf5-bquaxb5HtL0F66oP3EHOeCfmaJ4843dOvS8rSHjYB5jX-F_L2G5UAQFnqfc_FD48y0vOeqI1fsDQp4pbDyKCqMxwAjIMevUOCo70s6nq5cxSXT3u6vH6uD_rmL1AuuJG-x59VYt/s320/natalia.jpg" width="199" /></a></div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
Todos somos nosotros y nuestras circunstancias, es decir, cuanto nos
rodea, pero también somos aquello que nos precede: somos nuestro
pasado. Esto es mucho más marcado y evidente en los pueblos, donde
tu vecino, cuando te mira, te ve a ti y a al mismo tiempo ve a tus
padres, a tus hermanos, quizás incluso a tus abuelos. No eres Juan,
eres Juan el de María. Así, la mirada del vecino incluye lo que
eres, lo que eras y lo que otros son o eran. Esto a algunos les
asfixia, sienten que el pueblo es una Gestapo en miniatura; a otros
les tranquiliza, para ellos el pueblo es una familia grande. En los
pueblos el pasado es mucho más presente que en las ciudades, donde
el presente apenas es presente, solo es instante. En la ciudad todo
va más rápido, hay mucha más gente e información que procesar,
por lo que la visión del otro suele carecer de otras referencias que
las visuales. No es que el urbanita no prejuzgue al otro, es que lo
hace de otro modo, con otros recursos. No eres Juan, eres un número,
un hombre alto o bajo, guapo o feo, rico o pobre, con o sin gusto, y
poco más.</div>
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<br /></div>
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Por todo esto la narradora de <i>Las palabras de la noche </i>(1961)
empieza hablando del pueblo italiano donde vive y de sus
habitantes, de sus trabajos y sus días, y no de sí misma. Durante
más de la mitad de la novela de Natalia Ginzburg, casi no sabemos
nada de este personaje femenino, pero ella nos lo cuenta todo sobre
su madre y (no tanto) sobre su padre, sobre el viejo Balotta, su
fábrica y sus hijos, sobre las esposas, los y las amantes y los
divorcios de aquellos, sobre el paso del fascismo por el pueblo,
sobre lo que unos opinan de otros, etc. De hecho, hasta pasado el
ecuador de <i>Las palabras de la noche </i>no
sabemos que la narradora se llama Elsa. Hasta entonces, las
historias ajenas le impiden a Elsa narrar la propia, siempre en
segundo plano. Pero no se trata de una narración decimonónica,
total y sobrecargada de detalles, sino de un relato casi oral,
agilísimo, un relato coral compuesto de los cotilleos del pueblo.</div>
<div align="JUSTIFY" lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
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Por eso <i>Las palabras de la noche</i> empieza y acaba
con su madre hablando y hablando sin parar y sin permitirle a la hija
intervenir. En este sentido, Ginzburg es genial: logra plasmar la
imposibilidad de las mujeres de expresarse (en 1961 pero también hoy
en día). Sin embargo, mientras la madre habla, mientras Elsa cuenta
las historias de los demás, esta va dando pequeñas pistas sobre su
historia personal, datos que parecen no tener importancia. Así,
sabemos por su mejor amiga que alguien la ha visto con un chico en
una cafetería de la ciudad, el único lugar donde el anonimato es
posible. Elsa y el chico estaban cogidos de la mano, le dice su amiga
que le han contado. Pero cuando Elsa empieza a relatar su propia historia y
redobla la atención del lector, también capta la atención del
pueblo: los ojos de los otros, ay, la miran.</div>
GGNhttp://www.blogger.com/profile/06353081096836612519noreply@blogger.com0