jueves, 6 de septiembre de 2012

Literatura amorosa

1
"Si eres la chica rubia, te amo."
Esto decía, no me lo invento, la nota que encontré dentro de un libro que consulté en la biblioteca hace unos días. No pensé en fotografiarla, y, ahora que ya he terminado los exámenes y huiré a Polonia dentro de nada, espero no tener que volver a la universidad en un tiempo, así que tendrás que creértelo. Que hallé la nota y que voy a la biblioteca a estudiar.

2
Vuelvo a ella, a la nota. No había visto nunca una declaración de amor más ambivalente: es directa por lo que dice —el "te amo", después del "si eres", tiene la intensidad de una amenaza, suena más bien a "te mato", a ti, sí, a "la chica rubia" cuyo nombre ni siquiera conozco—, pero también es indirecta por cómo lo dice: con una caligrafía de psicótico en un papel de libreta, arrugado y perdido no sé desde cuándo en una página al azar de un libro cualquiera de alguna biblioteca. De hecho, no era "un libro cualquiera": había seis ejemplares del mismo. No diré el título para que no le fastidiéis el ligue al anónimo enamorado.

En fin, buscar así la media naranja es como gritar socorro en el vacío.

3
Qué tentación tan grande, tirar la nota a la basura, o, por ejemplo, sustituirla por esta:
"Sí soy la chica rubia, paso de tarados." 
Pero no pude hacerlo porque ya había empezado a modelar dentro de mí al ratón de biblioteca enamorado. En el fondo tengo corazón: el cinismo son los guantes de boxeo del romántico. Tampoco pude retomar el hilo del estudio. Me senté y lo intenté, pero solo para constatar que la historia de la nota psicopático-amorosa ya me había fecundado, y con estas cosas no se juega y no hay abortos que valgan.

Me empecé a preguntar qué tipo de freak iba por ahí embotellando mensajes de amor. Y más en estos tiempos en que Cupido tira las flechas colgando una canción en Facebook, marcando "me gusta" en una publicación de su víctima o comentando babosamente una foto. El mensajero enamorado había de ser, además de un neurótico, un personaje anacrónico. Alguien que sabía que el proceso de enamorar al otro es muy dado a los rodeos pero que no estaba muy dispuesto a adaptarse a los tiempos y tecnologías que corren. Además, no sería un cobarde, sino un valiente por escrito, o algo así se diría a sí mismo.

4 
También me preguntaba cómo sería ella, además de rubia. Y ¿cómo de rubia, hasta dónde de rubia? Más importante: ¿cómo pasó lo poco que debió de pasar entre ellos? ¿En qué momento surgió el amor unidireccional? Quizá fue el modo en que ella pasaba las páginas, quizá el libro que eligió hojear. O la forma de apartarse el mechón que le entorpecía la vista. O notar cómo la lectura iba modificando su rostro, curvando suavemente los labios, apenas insinuando algunas arrugas, levantando la mirada y perdiéndola en el vacío para coger aire o para asimilar una línea. Ella leía y él la leía, atentos ambos a cada detalle, cuales Paolo y Francesca. Entonces ella se levantaría y él no le diría nada, sino que condensaría toda su pasión en siete palabras. Siete palabras destinadas a ella y cuya brutal franqueza solamente ella había de apreciar (esto también se lo diría Paolo a sí mismo).

5
Una rodaja de chorizo. Eso se encontró un profesor mío dentro de un libro de la biblioteca. Y vaya si lo supo apreciar: estaba bastante conmovido cuando nos lo contó.

6
El recuerdo de una rodaja de chorizo como punto de libro: así estallan las burbujas románticas.

7
Devolví el libro a su lugar. Con la nota dentro, claro. Los otros ejemplares seguían allí, pero no contenían notas amorosas. Me senté en una mesa cercana a esperar, a esperar que alguien se delatara consultándolo. Miré a mi alrededor y todos me parecieron bastante sospechosos. Todos eran locos enamorados a mis ojos: el mundo se volvía loco por mí y solo para mí. Estudiar para septiembre hace estragos en todos. Cualquiera de los que estábamos allí estaba tan tarado como para escribir aquella nota.

4 comentarios:

  1. Canta Guillem, canta, quin llibre era??? Mira que jo sóc rosa, ajajajjajja. Encara queda gent romàntica pel món o auténtics psicopates del amor (millor dit). Et trobaré a faltar estudiant a la biblioteca (els teus apunts m'iluminen) i crec que no era una rodanxa de xoriço, sinó una rodanxa de sobrassada de Mallorca, :p és més poétic i deixa molta més pringue.

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  2. Confirmo: la rodaja ("amb un fort olor a agre") era de sobrasada y estaba en un libro grueso que viajó desde uno de los estantes PQ... hacia uno de los cubículos "especiales" del segundo piso abrazado por los intelectivos brazos del querido profesor.

    La nota nos ha jodido la vida. A todos. Vivirás en Polonia y no visitarás esta facultad, esta biblioteca, por un tiempo. Ésta. Somos -unos más que otros, claro- ratas de biblioteca. Creíamos conocer todos los entresijos, los entramados, los pasillos, los ángeles y los arcángeles y de repente nos aparece un Paolo y una Francesca, un Petrarca y una L'Aura, una nota -mas una nota enamorada- tan dulce, bizarra y obsesiva como desconocida. Te marchas demasiado pronto, amigo. Pero descuida: no cejaremos hasta conocer a la rubia que no escudriña ejemplares y al hermano bibliófilo de la mala letra.

    Te echaré horriblemente de menos!

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  3. És veritat que era sobrassada xd És més fastigosa que el xoriço i molt més greixosa (recordo la descripció de com el greix havia anat travessant les pàgines... mmm).

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  4. definitivament ni el choriç ni la sobrassada serveixen com a punt de llibre. Tenen un gust apassionant però davant de la guarrada que suposa, potser millor conformar-se amb una galeta maria jajaja

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