miércoles, 11 de octubre de 2017

11 de octubre. Samanta Schweblin, 'Siete casas vacías'

Una hija acompaña a su madre a robar objetos de valor sentimental en casas ajenas. Unos abuelos con demencia senil corren desnudos por el jardín y poco después desaparecen junto a sus nietos, también desnudos, sin dejar rastro. Un hombre tiene que ir a buscar la ropa de su hijo muerto, que su esposa ha arrojado por la ventana.

Estos son grosso modo los argumentos de los tres primeros relatos de Siete casas vacías (2014) de la argentina Samanta Schweblin. Como su título indica, en total hay siete cuentos, y el sintagma casas vacías hace referencia a la familia, el tema principal del libro, connotado oscuramente por el adjetivo vacías. Sin embargo, creo que solo se puede escribir sobre familias infelices, desestructuradas, únicas; algo así advertía Tolstoi en Anna Karenina: “Todas las familias felices se parecen; las desdichadas lo son cada una a su modo”.

Los relatos de Schweblin no son literatura fantástica, ya que no sucede nada paranormal en ellos, no hay fantasmas ni extraterrestres: cuanto acontece es posible en el mundo real. Sin embargo, al leerlos uno tiene la sensación de que el universo de Siete casas vacías no es exactamente el nuestro. Schweblin consigue darles la vuelta a las relaciones familiares y encontrar lo raro, lo inverosímil y lo fantástico en lo cotidiano. Las perspectivas de la locura, la vejez y la niñez agudizan el aspecto irreal de las narraciones.

Puede que en los tres párrafos anteriores no haya convencido a nadie sobre la calidad de Siete casas vacías. Voy a intentarlo de nuevo: el cuarto relato del libro, titulado “La respiración cavernaria”, es una obra maestra del género. Está protagonizado por Lola, una mujer con alzhéimer, y logra transmitirle al lector la desorientación vital de los enfermos, incluso la lenta degradación de los síntomas, la progresiva desconexión de la realidad. Causa un efecto tan impactante como la primera vez que uno ve Memento, la película de Cristopher Nolan. Si no vas a leer Siete casas vacías, al menos lee este cuento.

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