jueves, 12 de octubre de 2017

12 de octubre. Slavenka Drakulić, 'No matarían ni una mosca'

Cuando Hannah Arendt publicó sus filosóficas crónicas del juicio de Eichmann en Jerusalén, generó enormes controversias en diferentes países y ámbitos. Desde el punto de vista de la filosofía, su tesis de la banalidad del mal tampoco escapó a la polémica: la filósofa alemana afirmaba que no todos los seres malvados eran monstruos o psicópatas, sino que también podían ser personas normales, banales. Eichmann era malo porque era un buen trabajador y cumplía la ley, eso sí, en un sistema enfermo, totalitario.

Slavenka Drakulić trasladó la tesis de Arendt al Conflicto yugoslavo y, como había hecho en su momento la filósofa judía, la escritora croata fue al Tribunal Penal Internacional de La Haya para presenciar los juicios de Slobodan Milošević y otros criminales de guerra. Las referencias a Arendt no terminan aquí, porque también el título de la obra de Drakulić, No matarían ni una mosca (2004), es una expresión usada por aquella para referirse a los monstruos de la banalidad.

Sin embargo, la obra de Drakulić es más accesible que la de Arendt: no es tan filosófica, es más ensayística. La autora croata combina la crónica de los juicios de La Haya con la biografía de los criminales juzgados, la historia de los Balcanes con las reflexiones morales. E incluso las anécdotas personales tienen su lugar en No matarían ni una mosca, ya que la escritora croata sufrió en su propia piel el nacionalismo desbocado de los 90 que conduciría a la sangrienta guerra. Por culpa de un artículo anónimo, que acusaba a cinco periodistas, todas mujeres, de ser “brujas” que “violaban” Croacia por no condenar con firmeza suficiente las agresiones externas, Drakulić empezó a recibir amenazas de muerte y tuvo que exiliarse. Su biografía debería bastar para garantizar la objetividad de su relato.

La lectura de No matarían ni una mosca es indispensable para comprender cómo se llegó a la tragedia balcánica, pero también es muy útil para entender la actualidad. Si bien el escenario español de octubre de 2017 está muy lejos del yugoslavo de finales de los ochenta y principios de los noventa, se pueden encontrar algunos puntos de contacto entre ambas situaciones políticas; quizás demasiados. Y recordemos que la banalidad del mal surge precisamente a causa del ambiente, es decir, del sistema.

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