viernes, 13 de octubre de 2017

13 de octubre. Adelaida García Morales, 'El Sur seguido de Bene'

Hay escritores que en algún momento de su vida deciden que ya han escrito todo lo que debían, querían o podían y que por tanto no van a seguir escribiendo. Es el caso del francés Arthur Rimbaud o del mexicano Juan Rulfo, dos de los más célebres paradigmas del escritor ago(s)tado. Enrique Vila-Matas escribió sobre ellos en Bartleby y compañía y los llamó los Escritores del No, es decir, los que se plantan y deciden no escribir más. Entre ellos, casi todos hombres, podría haber figurado también Adelaida García Morales, que tenía un carácter muy retraído y, desde que en 2001 publicó su último libro hasta que murió en 2014, no escribió nada. Sin embargo, Vila-Matas no la incluyó en su libro: así de olvidada estaba ya, pese a que su novela corta El Sur fue convertida por su esposo, Víctor Erice, en una película de culto del cine español. Quien la rescató del inmerecido olvido, no obstante, fue una mujer, la escritora Elvira Navarro, con su polémica novela Los últimos días de Adelaida García Morales (2016). Pero yo quiero hablar de los primeros.

El libro donde aparecen estas dos novelas cortas, que juntas apenas superan las cien páginas, se titula El Sur seguido de Bene (1985). Es un título tan feo como descriptivo: primero encontramos El Sur y luego, Bene; sin embargo, otra elección habría desvirtuado el conjunto, ya que son dos textos independientes, a pesar de que estilísticamente y temáticamente son muy cercanos. En ambas nouvelles las narradoras son niñas que viven aisladas en una casa en el campo, con una familia desestructurada en la que hay una figura misteriosa, romántica; en ambas nouvelles encontramos una atmósfera rancia, cerrada, obsesiva y con toques mágicos o fantásticos. En El Sur el padre está muy perturbado psicológicamente, quizás deprimido, a causa de un amor frustrado por su matrimonio; es un zahorí capaz de encontrar objetos ocultos o manantiales de agua, poder que también tiene su hija, la narradora. En Bene la madre está muerta, el padre ignora a sus hijos y la figura misteriosa es Bene, la criada; esta tiene algo seductor y maléfico, una especie de contacto con los muertos.

La inocencia infantil de las dos narradoras va perdiéndose a medida que avanzan sus respectivos relatos y va desvelándose el misterio. Sin embargo, nunca llegamos a saber qué es lo que ocurre exactamente, quizás porque las narradoras tampoco lo saben; este desconocimiento es lo más perturbador de las dos novelas cortas de García Morales, que siguió al pie de la letra las enseñanzas de H. P. Lovecraft: “La emoción más antigua y poderosa de la humanidad es el miedo, y la clase de miedo más antigua y poderosa es el miedo a lo desconocido”.

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