jueves, 26 de abril de 2012

"Biografia de la fam", o elogio de la niñez

He terminado de leer Biografia de la fam (2004), de Amélie Nothomb, en el metro, de vuelta a casa. Acabar una novela rodeado de gente suele ser una putada, porque te toca esconder tu reacción para no parecer un loco. Sobre todo si quieres llorar o darte con el libro en la cabeza, actividades que funcionan mejor de puertas adentro.

No ha sido el caso: el final me ha dejado frío, más frío de lo que suelen dejar los finales, indiferente.

Pero el resto de la novela es más cálido —o no escribiría todo esto—: si algo suele tener la infancia es calidez. Y 100 de las 143 páginas del libro recorren la niñez de la autora.

Por cierto, el libro es autobiográfico: desde la más tierna infancia de Amélie, niña prodigio o medio superdotada —cuyo primer recuerdo es, cómo no, el deseo de azúcar—, hasta los veintitantos, cuando ya se está de vuelta del hambre; todo ello marcado por el ritmo de los habituales viajes de una hija de diplomático: Japón, China, Estados Unidos, Bangladesh, etc.

Yo había elegido la novela por los dos nombres del título —biografía y hambre— y porque sabía que la autora había sufrido anorexia: creía que esto iba de la anorexia, que es lo mismo que decir que quería experimentar una anorexia literaria. Pero no: la anorexia apenas dura diez páginas, o dos años, así que adiós expectativas. Y esto, claro, tampoco iba del hambre. Esto iba, por fin, de la infancia.

La infancia fue, para Nothomb, la edad del hambre. El hambre, aquí, es bastante metafísica: es avidez, ansia de todo, afán insaciable de absoluto y tal, pero siempre un poco más. Algo así como esto:
"Hi ha cap fam del ventre que no sigui indici d'una fam més generalitzada? Per fam entenc aquesta esgarrifosa mancança de l'ésser en si, el buit turmentador, l'aspiració no tant a la utòpica plenitud com a la simple realitat: allà on no hi ha res, imploro que hi hagi alguna cosa".
La pequeña Amélie experimenta el y con el placer en todas sus variantes posibles: los éxtasis del azúcar, el agua, el lenguaje, el amor, la belleza, el baile e incluso el hambre —anorexia: hambre de hambre—. Ser niño es disfrutar de la vida sin más, vivir voluptuosamente, ser un niño-místico, maravillarse de todo. Porque la infancia también es la edad de la inocencia divina. Y una mirada inocente, para ser una buena mirada inocente, ha de ser poética:
"Si buscaves bé entre les pàgines [del diccionari] també hi podies trobar el mal que paties. El meu es deia «enyorança del Japó», que és el veritable significat de la paraula nostàlgia. Tota nostàlgia és nipona".
(El descubrimiento y la posterior exploración del diccionario es, en sí mismo, un acontecimiento bastante poético.)

A través de la Nothomb niña, incluso un leproso sin nariz es poético, sí:
"A terra hi seia un home que no tenia nas: al seu lloc, un forat deixava a la vista el cervell. Vaig anar a parlar amb en ell. [...] El cervell se li movia quan parlava. Aquesta visió em va deixar esparverada: el llenguatge era el cervell en moviment".
Pero como en toda vida infantil y feliz, la vida adulta va asomando y la inocencia se va agotando. Uno de los primeros remedios contra la realidad es, cómo no, la lectura:
"La lectura va ser el nostre rai de la Medusa. [Bangladesh] era el regne de la crueltat, de la lluita per la supervivència. No teníem res contra la gent que moria al nostre voltant. Només que ens sentíem molt poroses davant de tanta agonia i, per tal que aquell riu de defuncions no se'ns emportés, ens aferràvem cadascuna al seu llibre".
Y, finalmente, como toda escritora, Amélie Nothomb también ha de empezar a escribir en algún momento:
"De tots els països on he viscut, Bèlgica és el que menys he entès. Potser és això, ser d'un lloc: no entendre com funciona. Segurament per això vaig començar a escriure. No entendre és un ferment extraordinari per a l'escriptura. Les meves novel·les donaven forma a una incomprensió creixent".

2 comentarios:

  1. Aqui tampoco sé que decir, pero es la segunda vez que sonrío con este bloc. Bien, muy bien. Ánimo y un abrazo!

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  2. Bueno, un par de sonrisas no está tan mal ;P

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