domingo, 16 de septiembre de 2012

Witamy w Krakowie

1
El estruendo de un motor atascado o de una turbina averiada, o algo así de peligroso, me despierta. Mientras compruebo si todo se derrumba a mi alrededor o qué, maldigo a Ryanair y sus presupuestos ajustados por acabar conmigo sin mi consentimiento, y me pregunto si al estrellarnos también sonarán las mismas trompetas que celebran los aterrizajes satisfactorios, y si después todos aplaudiremos calcinados. Pero nadie chilla ni llora ni las pocas mascarillas de oxígeno disponibles descienden sobre nuestras cabezas. No hay fuego ni sale humo del motor. A través de la ventanilla solo pueden verse nubes esponjosas y felices. 

La estruendosa avería está en el aparato respiratorio de mi vecino: sus pulmones también han sufrido el maltrato de la vida low cost. Los ronquidos retumban, metálicos, mientras el avión sigue su rumbo con normalidad.

2
—¿Oye, hablas inglés? ¿Me indicas dónde estamos?

La chica, llamémosla M, habla inglés, y me indica dónde estamos: aquí, señala su dedo sobre el mapa. Es muy guapa, como casi todas las polacas con las que me he cruzado antes y me cruzaré después de M. Parece que en este lugar la belleza es endémica. La recepcionista del hostal también será hermosa; incluso el grano rojo en su mejilla, todo él sangre que es pus en potencia, será bello. Las vendedoras de kebabs no solo serán chicas, hecho bastante impactante, sino que también serán terriblemente bellas. Y así sucesivamente. Esto merece ser estudiado a fondo, sin duda; la belleza polaca, no los granos ni el sexo de los vendedores de kebabs.

—¿Y cómo llego a esta dirección?

Esta dirección, en el mapa, está ahí, indica M con su bello dedo. Como además de guapa es simpática, me acompaña hasta la estación de tranvía. Imagínate si es simpática, que incluso me espanta a un vagabundo que venía a gorronearle algún zloty al guiri recién llegado. Nie, nie noséquéenpolaco, le dice, y el pobre vagabundo se va, resignado. Es tan simpática que me paga el billete: la máquina no devuelve cambio y yo solo tengo billetes de 50. Fíjate si es simpática, que le pido el móvil para invitarla algún día a algo a cambio de su simpatía y me lo da.

—Estamos en contacto —dice M, alejándose—. Si quieres puedo hacerte de guía de Cracovia.

Se despide así, añade una sonrisa no más, y contemplo embobado cómo se va distanciando. Puedes imaginarte a M como quieras, qué más da si hombre o mujer, lo que más te guste, porque a mí ahora no me apetece describirla: cruzarse con demasiada belleza harta a cualquiera.

3
Minutos más tarde, aún con la imagen de M despidiéndose en mi retina, noto algo sobre la mano. Es suave y caliente, como la caricia de unos labios. También es agradable como la caricia de unos labios. Miro la mano: la cosa es marrón y negra y blanca. La cosa es una cagada de paloma. Uso el anverso del mapa de Cracovia para limpiarme la mano. El móvil de M comparte espacio con restos de mierda aviaria.

Desde el tranvía, veo cómo unos chicos sentados en un banco se ríen, quizá de mí, quizá diciendo: bienvenido a Cracovia, Witamy w Krakowie.

3 comentarios:

  1. Que bonica la M!!! Tanmateix, per saber si és la bona, ja saps quina és la prova definitiva!!!!

    Petons holandesos!!!

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    1. Però per saber si és "la bona" necessitaré cotxe, per a què pugui aixecar el seguro i tot això. La pel·lícula era "Goodfellas", per cert?

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    2. No!!! és "A Bronx Tale", la primera peli dirigida per Robert de Niro!!!!

      A falta de cotxe sempre pots fer la prova de la xupadeta, com Dodotis: "ni gota ni gota"!!!

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