A finales de la década de los sesenta, la crítica literaria le
asestó varios golpes de muerte a la figura del autor. Texto a texto,
Jacques Derrida, Michel Foucault y sobre todo Roland Barthes le
quitaron al autor todo el prestigio y autoridad del que hasta
entonces había gozado: lo mataron. A partir de entonces, la crítica ya no necesitaría
que la biografía del todopoderoso autor certificase la
interpretación de sus textos, así que el lector, o en su defecto el crítico,
podía por fin enfrentarse solo al papel. La última frase de “La muerte
del autor” de Barthes así lo indica: “el nacimiento del lector
se paga con la muerte del Autor”. Unos años antes de la aparición
de estas tendencias autoricidas, en Alemania había surgido la
Estética de la recepción, una corriente crítica que estudiaba
precisamente la figura del lector, aunque por desgracia no dieron con
un eslogan tan bueno como el de Barthes.
En el ensayo Una retórica del silencio (1983), la profesora uruguaya Lisa Block de Behar, sin inscribirse explícitamente en la Estética de la recepción, también investiga la figura del lector y el acto de lectura, y trata de devolverles el prestigio arrebatado por el autor y el texto, entidades mucho más accesibles y fáciles de estudiar:
En el ensayo Una retórica del silencio (1983), la profesora uruguaya Lisa Block de Behar, sin inscribirse explícitamente en la Estética de la recepción, también investiga la figura del lector y el acto de lectura, y trata de devolverles el prestigio arrebatado por el autor y el texto, entidades mucho más accesibles y fáciles de estudiar:
"La lectura impone un retiro similar al apartamiento místico, y ese retiro literario vale tanto por abstinencia como por jubilación, una privación y un goce a la vez; una especie de ascesis por la que el lector se ausenta de su medio tratando de suspender todas sus sensaciones, salvo las visuales, y también éstas notablemente disminuidas: apenas si ve el blanco y negro de la página impresa; no es más que un paisaje alfabético el suyo".
El sintagma retórica del silencio lo toma la autora uruguaya
de Gérard Genette, quien justamente dirigió su doctorado, y hace
referencia al acto silencioso por excelencia: la lectura. La obra de
Block de Behar, que más que académica es ensayística, está
escrita con esa libertad creativa que solo se pueden permitir
pensadores como Genette, Barthes o Julia Kristeva y con una prosa
igual de agradablemente exhibicionista. Y con la misma soltura pasa
de un autor a otro, del análisis de un texto a otro, de un concepto
a otro: hace un estado de la cuestión sobre la retórica, filosofa
sobre los significados de escribir y leer, intenta realizar una
historia fragmentaria de la lectura, etc.
Aunque Una retórica del silencio fue originalmente escrito
en francés y el grueso de la bibilografía es también francófono,
hay lugar para escritores de otras latitudes, como el argentino
Felisberto Hernández. Sin embargo, el escritor al que Block de Behar
presta más atención es Jorge Luis Borges, que en su “Pierre
Menard, autor del Quijote”
reivindica el poder creativo del lector y en Otras inquisiciones
lo refuerza:
"Una literatura difiere de otra ulterior o anterior, menos por el texto que por la manera de ser leída: si me fuera otorgado leer cualquier página actual —ésta, por ejemplo— como la leerán el año dos mil, yo sabría cómo será la literatura del año dos mil".Leer es poder.
Una retorica de la pavade
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