domingo, 22 de octubre de 2017

22 de octubre. Wisława Szymborska, 'Lecturas no obligatorias'

Hay dos tipos de críticos literarios y dos mujeres que los personifican. Uno de ellos lo encarna Michiko Kakutani, la gran crítica literaria de The New York Times que hace poco anunció su retirada: es una crítica aséptica, que, como recomendaba Walter Benjamin, evita usar la palabra yo y tiende al objetivismo. Por otro lado, están los críticos que hacen de sus reseñas un ejercicio de expresión de la subjetividad porque saben que en el fondo el gusto es una construcción personal y que, por tanto, no es necesario esconder el yo detrás de tecnicismos. Yo prefiero el segundo tipo de crítico, el cual encarna a la perfección, e incluso lo exagera, la Wisława Szymborska de Lecturas no obligatorias (2009).

De hecho, la poeta polaca reconoce en el prólogo del libro que ella no escribe reseñas sino que solo es una “lectora amateur”, es decir, que rechaza la etiqueta de crítica. Ya puestos, podríamos decir que sus reseñas no son reseñas sino ensayos: textos reflexivos, subjetivos, a veces narrativos o anecdóticos, que parten, eso sí, de la lectura de un libro. No en vano Michel de Montaigne es el único autor mencionado en el susodicho prólogo y sus Ensayos son uno de los libros comentados. Además de al escritor francés, la mezcla de reseña, ensayo y autobiografía acerca el libro de Szymborska a otros hibridismos como las Formas breves de Ricardo Piglia o el Dietario voluble de Enrique Vila-Matas.

Las Lecturas no obligatorias tienen otra peculiaridad, además de ser ensayos camuflados: los libros que Szymborska lee y comenta no son prestigiosos, o al menos no lo son según los criterios habituales de los suplementos de literatura o cultura. A las lecturas canónicas de las Bellas Letras, Szymborska les antepone un no, por lo que habla de libros divulgativos y monográficos de diversos temas, memorias y biografías, reediciones de clásicos, literatura extranjera o poco conocida, antologías, diccionarios e incluso autoayuda. Así, el lector se encuentra con el comentario del Cantar de mio Cid seguido de un monográfico sobre magia y ocultismo, pasando por un ensayo sobre el humor francés y por las memorias de Anna Dostoyevska. Pero el personalísimo estilo de la escritora polaca pasa por encima de las obras comentadas: pocos lectores querrían leer todos estos libros, pero todos querrán leer las no reseñas de Szymborska.

Creo que a las Lecturas no obligatorias les sobra el índice: este libro se puede leer de principio a fin o aleatoriamente, como la Rayuela de Julio Cortázar, pero sea como sea acaba conformando una autobiografía de la poeta polaca. Tanto es así que en una de sus no reseñas, en la que critica duramente una biografía de Johannes Vermeer, me ha parecido intuir el momento exacto en el que se origina uno de los poemas de Szymborska, incluido en Aquí, y dedicado precisamente al pintor holandés. Lo más probable es que me equivoque, pero estoy seguro de que mi derecho a errar habría contado con el beneplácito de Szymborska.
Vermeer  
Mientras esa mujer del Rijksmuseum
con esa calma y concentración pintadas
siga vertiendo día tras día
la leche de la jarra al cuenco
no merecerá el Mundo
el fin del mundo.

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