Sandra Cisneros es la escritora más conocida de la llamada
literatura chicana, es decir, aquella escrita por autores
estadounidenses de origen mexicano y que aborda temas como su cultura
y su identidad mestizas. La casa en Mango Street (1984) es la primera novela de la autora de Chicago y fue un éxito total: aparte de múltiples
traducciones, se lee en las escuelas de Estados Unidos, a pesar de
que la inclusión de una obra tan multicultural en el programa
escolar no fue del gusto de todos. El primer párrafo resume bien el
argumento:
“No siempre hemos vivido en Mango Street. Antes vivimos en el
tercer piso de Loomis, y antes de allí vivimos en Keeler. Antes de
Keeler fue en Paulina y de más antes ni me acuerdo, pero de lo que
sí me acuerdo es de un montón de mudanzas. Y de que en cada una
éramos uno más. Ya para cuando llegamos a Mango Street éramos
seis: Mamá, Papá, Carlos, Kiki, mi hermana Nenny y yo”.
La narradora y protagonista es Esperanza Cordero, una
adolescente chicana que vive con su familia en los barrios más
pobres de Chicago. Y si Virginia Woolf abogaba por buscar Un
cuarto propio, en La casa en Mango Street la familia de
Esperanza desea mudarse a una casa mejor y menos vergonzosa que la de
Mango Street. Esto es todo: la narradora nos presenta la vida en su
casa y en su barrio durante un año, las historias mínimas de su
familia y amigos, conflictos cotidianos y de la adolesencia. Los
capítulos son muy breves y casi pueden leerse independientemente; el
estilo es lánguido, poético e inocente, una prosa poética similar
a la de Platero y yo de Juan Ramón Jiménez. Lo ideal es leer
la novelita en inglés, ya que la mezcla de español e
inglés es una maravilla.
Aunque, no nos engañemos, esto no es todo: detrás de la bella prosa de Cisneros y de la candidez de la narradora, se encuentran los problemas sociales e
identitarios de la comunidad chicana.
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