domingo, 8 de octubre de 2017

8 de octubre. Carmen Martín Gaite, 'Usos amorosos de la postguerra española'

Uno podría recomendar muchos libros de Carmen Martín Gaite, cuya bibliografía se puede leer como una historia en miniatura de la literatura española de la segunda mitad del siglo XX. Por ejemplo, Entre visillos, que en 1957 ganó el Premio Nadal, es un buen modelo de la literatura realista y de crítica social de la época aunque, eso sí, pasada por el sedazo personal e intimista de Martín Gaite. O Retahílas, de 1974, que combina el experimentalismo entonces aún en boga con la confesión y la búsqueda de un interlocutor. O El cuarto de atrás, una novela de 1978 entre lo experimental, la narración pura y el hibridismo genérico, pero con otra seña de identidad de la autora salmantina: la rememoración de la infancia. Sin embargo, el libro que he elegido, probablemente mi favorito de Martín Gaite, es un ensayo.

Bastantes años antes de escribir Usos amorosos de la postguerra española (1987), Martín Gaite había publicado otro ensayo de título análogo: Usos amorosos del dieciocho en España (1973). Era su tesis doctoral, dedicada a las relaciones amorosas del siglo XVIII en España. En los ochenta, con el fin del franquismo y la llegada de la libertad de expresión, decidió repetir la investigación en otra época, más cercana y conflictiva: los primeros años de la postguerra. Igual que en Usos amorosos del dieciocho, en los de la postguerra tuvo que leer textos menores y no literarios, algunos de ellos íntimos, pero también recordar sus propias experiencias, para intentar reconstruir la vida amorosa de los años más duros del franquismo. Y lo consiguió: Martín Gaite recreó lo que Miguel de Unamuno llamaría la intrahistoria de la postguerra, es decir, la vida cotidiana, la vida que la prensa oficial no quería retratar y que tampoco suele merecer la atención de los historiadores.

Los lectores de Usos amorosos de la postguerra española dijeron con razón que se lee “como una novela”: la prosa es amena y sencilla sin caer en la divulgación simplista. Martín Gaite nos habla con desparpajo —pero con rigor— de la Sección Femenina de la Falange, de la escuela, de las películas y revistas que establecían el comportamiento amoroso de los jóvenes (sobre todo de las jóvenes), de la vestimenta permitida y la prohibida, de las lecturas oficiales y de las que se alejaban de la norma, etc. Lo único que le faltaría a este ensayo para ser modélico sería que estudiara también de las relaciones que durante el franquismo eran ilícitas: las extramatrimoniales y las homosexuales, entre otras.

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