Uno podría recomendar muchos libros de Carmen Martín Gaite, cuya
bibliografía se puede leer como una historia en miniatura de la
literatura española de la segunda mitad del siglo XX. Por ejemplo,
Entre visillos, que en 1957 ganó el Premio Nadal, es un buen
modelo de la literatura realista y de crítica social de la época aunque, eso sí, pasada por el sedazo personal e intimista de Martín Gaite.
O Retahílas, de 1974, que combina el experimentalismo
entonces aún en boga con la confesión y la búsqueda de un
interlocutor. O El cuarto de atrás, una novela de 1978 entre
lo experimental, la narración pura y el hibridismo genérico, pero
con otra seña de identidad de la autora salmantina: la rememoración
de la infancia. Sin embargo, el libro que he elegido, probablemente
mi favorito de Martín Gaite, es un ensayo.
Bastantes años antes de escribir Usos amorosos de la postguerra
española (1987), Martín Gaite había publicado otro ensayo de
título análogo: Usos amorosos del dieciocho en España
(1973). Era su tesis doctoral, dedicada a las relaciones amorosas del
siglo XVIII en España. En los ochenta, con el fin del franquismo y
la llegada de la libertad de expresión, decidió repetir la
investigación en otra época, más cercana y conflictiva: los
primeros años de la postguerra. Igual que en Usos amorosos del
dieciocho, en los de la postguerra tuvo que leer textos
menores y no literarios, algunos de ellos íntimos, pero también
recordar sus propias experiencias, para intentar reconstruir la vida
amorosa de los años más duros del franquismo. Y lo consiguió:
Martín Gaite recreó lo que Miguel de Unamuno
llamaría la intrahistoria de la postguerra, es decir, la vida
cotidiana, la vida que la prensa oficial no quería retratar y que
tampoco suele merecer la atención de los historiadores.
Los lectores de
Usos
amorosos de la postguerra española dijeron
con razón que se
lee “como una novela”: la prosa es amena y sencilla sin caer en
la divulgación simplista. Martín Gaite nos habla con desparpajo
—pero con rigor— de la Sección Femenina de la Falange, de la
escuela, de las películas y revistas que establecían el
comportamiento amoroso de los jóvenes (sobre todo de las
jóvenes),
de la vestimenta permitida y la prohibida, de las lecturas oficiales
y de las que se alejaban de la norma, etc. Lo único que le faltaría
a este ensayo para ser modélico sería que estudiara también de
las relaciones que durante el franquismo eran ilícitas: las
extramatrimoniales y las homosexuales, entre otras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario