
En La mano izquierda de la oscuridad (1969), el aventurero es
Genly Ai, un representante de una ONU interplanetaria llamada Ecumen,
que viaja a Gueden, un planeta muy lejano y aislado, con la difícil
misión de establecer contacto entre ambas entidades. Genly —cuyo
nombre parece un anagrama de Le Guin— es muy similar a nosotros,
los lectores del planeta Tierra del año 2017, aunque su civilización
es bastante más adelantada: no solo viajan por el universo y se
relacionan con razas diferentes, sino que también controlan la
telepatía (¡y ya no tienen monarquías!). No obstante, la
civilización más atractiva para el lector es la otra, la de Gueden,
porque sus habitantes son ambisexuales: pueden adoptar el sexo
masculino o el femenino indistintamente cada mes, complementándose
con su pareja sexual (por lo que nunca son homosexuales: ¡muy mal,
Le Guin!); es decir, como algunos animales, los guedenianos tienen
periodos mensuales de celo, durante los cuales se vuelven machos o
hembras, mientras que el resto del tiempo no están sexuados (son
hermafroditas en potencia). Esta característica diferencia
radicalmente Gueden de la sociedad de Genly Ai (y de la nuestra),
pues en aquel planeta no existen los roles de género ni las guerras,
aunque sí otros tipos de crimen; en este elemento recae el verdadero
interés de La mano izquierda de la oscuridad, pieza clave de
la literatura de ciencia ficción feminista y de la producción de
Ursula K. Le Guin.
El
narrador principal de la novela de Le Guin es el mismo Genly, a
través del informe de su estancia en Gueden, pero también
encontramos diversos textos relacionados con la cultura del planeta:
literatura oral, fragmentos de obras religiosas o históricas, etc.
Además, hay otro narrador que contrapuntea la visión externa de
Genly: Har rem ir Estraven, un político guedeniano condenado al
exilio; para Estraven un hombre, es decir, un ser humano unisexual,
es tan raro como para Genly los ambisexuales, por lo que los
prejuicios están servidos desde ambos lados. La mano izquierda
es, pues, una novela polifónica, en la que se enfrentan diversas
realidades, registros y estilos, el único modo de representar la
complejidad de Gueden, que, como cualquier planeta habitado, tiene su
historia y varios idiomas y países. De hecho, dos de ellos, Kahadir
y Orgoreyn, están inmersos en un conflicto político a causa de un
territorio disputado, en el cual el lector encontrará ecos de la
Guerra Fría o de la del Vietnam. Porque en el fondo, como toda buena
novela de ciencia ficción, La mano izquierda de la oscuridad no
habla del universo construido por Ursula K. Le Guin sino del
nuestro, en el que tanto sentido tienen sus reflexiones sobre los
roles de género y sobre las construcciones de la alteridad.
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