No
es fácil decidir por qué libro empezar a leer a un autor o autora
determinados. ¿Es preferible comenzar por el libro más conocido?
¿O, en su defecto, por el que se suele considerar el mejor? ¿O es
más recomendable leer el primero que publicó y luego seguir leyendo
cronológicamente? Cualquier elección tiene, obviamente, sus pros y
contras: si empiezas por lo mejor, lo demás te sabrá a poco; si
empiezas por una obra mediocre, quizás no te apetezca continuar con
otras. Recomendarle a alguien el libro por el que comenzar a leer un
autor es un arte que pocos libreros, bibliotecarios, profesores,
críticos o lectores dominan. Ojalá existiera una guía de primeras
lecturas, quizás una página web con sugerencias orientativas;
probablemente yo sería su único usuario.
Cuando quise leer a Joan Didion decidí guiarme por el primer criterio, así que primero leí El año del pensamiento mágico (2005), que es sin duda su libro más conocido y puede que también el mejor. Se trata de la durísima crónica de las muertes casi consecutivas de su marido y de su hija, todo un hito de la literatura del duelo. Por suerte, el talento literario de Didion es lo bastante sólido como para que El año del pensamiento mágico no eclipse la lectura de sus otras obras. Sin embargo, creo que, a riesgo de equivocarme, el mejor libro para empezar a leer a Didion es Los que sueñan el sueño dorado (2006). No solo porque las crónicas que contiene están al máximo nivel literario de la autora, sino porque se trata de textos más breves y más variados temática, geográfica y genéricamente, pertenecientes a cinco libros diferentes.
Los ocho primeros textos, de Arrastrarse hacia Belén, son crónicas sobre California, de donde es originaria Didion. Entre ellos encontramos la crónica que da título a la antología: la narración ejemplar de un crimen y su posterior juicio, con evidentes ecos de A sangre fría de Truman Capote. No obstante, la mejor crónica es “Arrastrarse hacia Belén”, que presenta el San Francisco de 1967, en plena ebullición hippy; Didion no hace concesiones a los mitos de la época sino que retrata con toda la crudeza posible la realidad, para bien y para mal.
El segundo libro antologado es El álbum blanco, donde el elemento autobiográfico tiene más peso. El texto homónimo pone fin a aquellos maravillosos años 70 de “Arrastrarse hacia Belén”: narra el clima que condujo hasta los terribles asesinatos de Charles Manson; para ello, Didion se pone en el ojo del huracán (vivía en la misma ciudad, Beverly Hills), alterando entre la autobiografía y la crónica, como años más tarde harían Emmanuel Carrère y tantos otros. También encontramos textos más ensayísticos, como “Georgia O'Keeffe”, dedicado a la magnífica pintora estadounidense, o “Agua bendita”, una reflexión sobre la importancia del agua para la autora, acostumbrada a la escasez californiana.
En Después de Henry, Salvador y Miami, el centro de interés de Didon se aparta de sí misma y de su California natal, y las crónicas se vuelven mucho más políticas y menos personales, aunque no por ello menos interesantes. Sin embargo, cuando leí “Después de Henry”, no pude evitar acordarme otra vez de El año del pensamiento mágico: Didion escribe sobre su fallecido editor, Henry Robbins, pero yo solo podía pensar en las muertes de su hija y su esposo, muchos años después. Y no solo en este texto: cada vez que Didion hacía referencia a la hija o al marido, yo sabía que morirían. Haber leído antes El año del pensamiento mágico tiñó de morbo mi lectura: no la eclipsó pero sí la ensombreció. Pero, en fin, se lea a Didion en el orden que se lea, Los que sueñan el sueño dorado es una clase magistral de literatura de no ficción.
Cuando quise leer a Joan Didion decidí guiarme por el primer criterio, así que primero leí El año del pensamiento mágico (2005), que es sin duda su libro más conocido y puede que también el mejor. Se trata de la durísima crónica de las muertes casi consecutivas de su marido y de su hija, todo un hito de la literatura del duelo. Por suerte, el talento literario de Didion es lo bastante sólido como para que El año del pensamiento mágico no eclipse la lectura de sus otras obras. Sin embargo, creo que, a riesgo de equivocarme, el mejor libro para empezar a leer a Didion es Los que sueñan el sueño dorado (2006). No solo porque las crónicas que contiene están al máximo nivel literario de la autora, sino porque se trata de textos más breves y más variados temática, geográfica y genéricamente, pertenecientes a cinco libros diferentes.
Los ocho primeros textos, de Arrastrarse hacia Belén, son crónicas sobre California, de donde es originaria Didion. Entre ellos encontramos la crónica que da título a la antología: la narración ejemplar de un crimen y su posterior juicio, con evidentes ecos de A sangre fría de Truman Capote. No obstante, la mejor crónica es “Arrastrarse hacia Belén”, que presenta el San Francisco de 1967, en plena ebullición hippy; Didion no hace concesiones a los mitos de la época sino que retrata con toda la crudeza posible la realidad, para bien y para mal.
El segundo libro antologado es El álbum blanco, donde el elemento autobiográfico tiene más peso. El texto homónimo pone fin a aquellos maravillosos años 70 de “Arrastrarse hacia Belén”: narra el clima que condujo hasta los terribles asesinatos de Charles Manson; para ello, Didion se pone en el ojo del huracán (vivía en la misma ciudad, Beverly Hills), alterando entre la autobiografía y la crónica, como años más tarde harían Emmanuel Carrère y tantos otros. También encontramos textos más ensayísticos, como “Georgia O'Keeffe”, dedicado a la magnífica pintora estadounidense, o “Agua bendita”, una reflexión sobre la importancia del agua para la autora, acostumbrada a la escasez californiana.
En Después de Henry, Salvador y Miami, el centro de interés de Didon se aparta de sí misma y de su California natal, y las crónicas se vuelven mucho más políticas y menos personales, aunque no por ello menos interesantes. Sin embargo, cuando leí “Después de Henry”, no pude evitar acordarme otra vez de El año del pensamiento mágico: Didion escribe sobre su fallecido editor, Henry Robbins, pero yo solo podía pensar en las muertes de su hija y su esposo, muchos años después. Y no solo en este texto: cada vez que Didion hacía referencia a la hija o al marido, yo sabía que morirían. Haber leído antes El año del pensamiento mágico tiñó de morbo mi lectura: no la eclipsó pero sí la ensombreció. Pero, en fin, se lea a Didion en el orden que se lea, Los que sueñan el sueño dorado es una clase magistral de literatura de no ficción.
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